IV
Algunos años más tarde el joven, ya casado con Teresa, gozando de una mediana fortuna, de una excelente reputación y del cariño de todos sus paisanos, hizo construir una pequeña capilla en honor del Cristo de la Luz. Opúsose al pronto don Ginés a que la sagrada imagen fuese arrancada del muro de su vivienda; pero al sentirse luego enfermo de gravedad, teniendo que pasar sus bienes por la muerte de su hija doña Clara a parientes lejanos, cedió a Vicente y su familia el Cristo de piedra, que fue llevado procesionalmente a su iglesia, acompañado de centenares de personas con velas encendidas las unas y con verdes ramas las otras.
Se cantaron misas, se ofrecieron votos y al cabo de algún tiempo eran innumerables las figuras de cera, brazos, piernas, manos, etc. qne adornaban los dos lados de su altar. Vicente y su descendencia fueron los que sostuvieron el culto en la santa capilla; y un hijo de Teresa, el menor de su dilatada familia, fue sacerdote de la iglesia dedicada por sus buenos padres al milagroso Cristo de la Luz, que aún se venera en aquel lugar de Castilla.
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