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Capítulo 4
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Confesiones |
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Capítulo 4 |
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De un hurto que hizo en compañía de otros |
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9. Vuestra ley, Señor, prohíbe y castiga el hurto; y esta ley de tal modo está grabada en el corazón del hombre, que no hay maldad que baste para borrarla, porque ¿qué ladrón hay que pueda tolerar que otro le robe a él, aunque él esté abundante y el otro necesitado? Pues no obstante eso, yo quise hacer un hurto y lo hice efectivamente, sin que a ello me moviese la necesidad ni la escasez, sino el tedio de la virtud y la abundancia de mi maldad, porque hurté una cosa de que yo estaba sobrado, y de mucho mejor especie y calidad que lo que hurté. Ni tampoco quería aprovecharme de lo que iba a hurtar, sino que mi gusto estaba únicamente en el mismo hurto y pecado. En una heredad, que estaba inmediata a una viña nuestra, había un peral cargado de peras, que ni eran hermosas a la vista ni sabrosas al gusto. No obstante eso, juntándonos unos cuantos perversos y malísimos muchachos, después de haber estado jugando y retozando en las eras, como teníamos de costumbre, fuimos a deshora de la noche a sacudir el peral y traernos las peras, de las cuales quitamos tantas, que todos veníamos muy cargados de ellas, no para comerlas nosotros, sino para arrojarlas después, o echarlas a los cerdos, aunque algo de ellas comimos. En lo que ejecutamos una acción que no tenía para nosotros de gustosa más que el sernos prohibida. Ved aquí patente y descubierto mi corazón, Dios mío, ved aquí mi corazón, del cual habéis tenido misericordia, estando él en un profundo abismo de maldad y miseria. Que os diga, pues, mi corazón ahora: ¿qué es lo que allí buscaba yo o pretendía, para ser malo tan de balde, que mi malicia no tuviese otra causa que la malicia misma? Ella era abominable y fea, y no obstante yo la amaba; amé mi perdición, amé mi culpa, pero de tal modo, que lo que amé no era lo defectuoso sino el defecto mismo. ¡Torpe bajeza de un alma, que dejándoos a Vos, que sois el apoyo y firmeza de su ser, busca su perdición y exterminio, y que no solamente apetece una cosa de que se ha de seguir afrenta o ignominia, sino que apetece y desea la ignominia misma! |
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