Desechados todos los errores; encendido con los consejos de Simpliciano, con los ejemplos de Victorino, de Antonio, de los dos magnates y de otros siervos de Dios; después de una gran contienda y lucha con la concupiscencia, y una dificultosa deliberación; amonestado con una voz divina, y leídas las palabras de San Pablo en la Epístola a los romanos (cap. XIII, 13 y 14), se convirtió todo a Dios, imitándole Alipio y alegrándose mucho su madre
Capítulo I
Determina Agustín ir a verse con Simpliciano, movido del deseo de disponer y arreglar mejor su vida
Capítulo II
De cómo Victorino, célebre orador romano, se convirtió a la fe de Jesucristo
Capítulo III
Cómo Dios y los santos ángeles se alegran mucho de la conversión de los pecadores
Capítulo IV
Por qué razón debemos alegrarnos más con la conversión de aquellos pecadores que son personas nobles y principales
Capítulo V
Qué cosas eran las que detenían a Agustín para no acabar de convertirse a Dios
Capítulo VI
Cuéntale Ponticiano la vida de San Antonio abad
Capítulo VII
Cómo interiormente se deshacía Agustín, al oír esta relación de Ponticiano
Capítulo VIII
Cómo Agustín se retiró a un huerto de su casa, y lo que en él le sucedió
Capítulo IX
En qué consiste que, mandando el alma en sí misma, no se hace algunas veces lo que manda
Capítulo X
Contra los maniqueos, que por experimentar en un sujeto a un tiempo mismo dos voluntades opuestas, inferían que había en el hombre dos naturalezas contrarias
Capítulo XI
Lucha que experimentaba Agustín entre el cuerpo y el espíritu
Capítulo XII
Cómo se convirtió de todo punto, amonestado de una voz del cielo
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