Muestra por qué grados fue subiendo al conocimiento de Dios; que se halla a Dios en la memoria, cuya capacidad y virtud describe hermosamente; que sólo en Dios está la verdadera bienaventuranza que todos apetecen, aunque no todos la buscan por los medios legítimos. Después describe el estado presente de su alma y los males de las tres concupiscencias
Capítulo I
Que en sólo Dios halla un alma su esperanza y alegría
Capítulo II
Siendo claras y manifiestas respecto de Dios las cosas más ocultas, qué viene a ser lo que hace el hombre en confesarse a Dios
Capítulo III
Del fruto que sacaba de confesar a Dios el estado presente de su alma, a distinción de lo que antes había sido
Capítulo IV
Del grande fruto que esperaba hacer en los fieles con los libros de sus Confesiones
Capítulo V
Que el hombre no se conoce a sí mismo cabal y perfectamente
Capítulo VI
Qué cosa es la que se ama cuando se ama a Dios; y cómo por las criaturas se llega a conocer al Creador
Capítulo VII
Que ninguno puede hallar a Dios por medio de los sentidos corporales ni de las potencias puramente sensitivas
Capítulo VIII
De la admirable virtud y facultad de la memoria
Capítulo IX
Del lugar que tienen en la memoria las ciencias
Capítulo X
Las ciencias no entran en la memoria por ministerio de los sentidos, sino que salen de otro seno más profundo de ella
Capítulo XI
Qué cosa sea aprender, hablando de las verdades que hallamos en nosotros mismos
Capítulo XII
Del lugar que tienen en la memoria las ciencias matemáticas
Capítulo XIII
Cómo la memoria es tan reflexiva que con ella nos acordamos de habernos acordado
Capítulo XIV
Cómo también están en la memoria las afecciones o pasiones del ánimo
Capítulo XV
Cómo también nos acordamos de las cosas que están ausentes
Capítulo XVI
Cómo también la memoria se acuerda del olvido
Capítulo XVII
Que no obstante ser tan grande la capacidad y virtud de la memoria, es necesario, para hallar a Dios, subir más arriba de esta potencia
Capítulo XVIII
Cómo no pudiera hallarse una cosa perdida si no se conservara en la memoria
Capítulo XIX
Cómo vuelve a acordarse la memoria de lo que había perdido ella misma
Capítulo XX
Para desear la bienaventuranza, como todos los hombres la desean, es necesario que la conozcan
Capítulo XXI
Del modo en que la bienaventuranza está en nuestra memoria
Capítulo XXII
En qué consista la vida bienaventurada, y dónde se ha de buscar
Capítulo XXIII
Prosigue explicando qué cosa sea la vida bienaventurada, y dónde se halla
Capítulo XXIV
Se alegra Agustín de haber hallado a Dios dentro de su memoria
Capítulo XXV
En qué grado de la memoria se halla a Dios
Capítulo XXVI
Capítulo XXVII
Cómo la hermosura de Dios arrebata hacia sí al hombre
Capítulo XXVIII
De las miserias de esta vida
Capítulo XXIX
Que toda nuestra esperanza ha de ponerse en Dios
Capítulo XXX
Confiesa Agustín el estado en que se hallaba en orden a las tentaciones libidinosas
Capítulo XXXI
Del estado en que se hallaba en orden a las tentaciones de la gula
Capítulo XXXII
Del estado en que se hallaba en orden a las tentaciones de los olores y fragancias tocantes al olfato
Capítulo XXXIII
Del estado en que se hallaba en orden a los deleites tocantes al oído
Capítulo XXXIV
De cómo se hallaba en cuanto a los deleites de la vista
Capítulo XXXV
De cómo se hallaba en orden al segundo género de tentación, que es el de la curiosidad
Capítulo XXXVI
De cómo se hallaba en orden al tercer género de tentación, que es el de la soberbia
Capítulo XXXVII
De cómo le movían las alabanzas de los hombres
Capítulo XXXVIII
Cómo la virtud tiene también peligro por la vanagloria
Capítulo XXXIX
Epílogo de lo que ha tratado en este libro
Capítulo XL
Cómo buscó a Dios dentro de sí mismo y en todas las demás cosas
Capítulo XLI
Cómo algunos han recurrido infelizmente a los demonios, para que sirvieran de medianeros a fin de convertirse los hombres a Dios
Capítulo XLII
Carácter del verdadero mediador entre Dios y los hombres
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