1. Muchas cosas ansía, Señor, mi corazón en esta pobreza de mi vida, sacudido por las palabras de tu santa Escritura. Y ocurre de ordinario que el discurso es abundante en la penuria de la inteligencia humana; porque habla más la búsqueda que el hallazgo, y más larga es la petición que la consecución, y más trabaja la mano llamando que recibiendo.
Tenemos una promesa: ¿Quién podrá desvirtuarla? Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros? Pedid y recibiréis, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide, recibe, y el que busca, hallará, y al que llama, le será abierto. Promesas tuyas son. ¿Y quién temerá ser engañado, siendo la Verdad la que promete?
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