23. Me instaban fuertemente a que me casase. Ya había llegado a pedir a una joven para mujer mía, y ya también me la habían prometido, procurándolo principalmente mi madre, para que después de casado recibiese el saludable Bautismo, al cual ella se alegraba de verme más dispuesto y proporcionado de día en día, considerando que sus deseos y vuestras promesas se cumplirían con abrazar yo la fe. No obstante, Vos, Señor, no quisisteis darle a conocer en alguna visión qué suceso tendría el matrimonio mío que se trataba, aunque ella con grandes voces de su corazón os lo suplicase todos los días, ya por cumplir en esto su deseo, ya por haberla yo rogado que lo hiciese.
Bien veía ella en sueños algunas especies vanas y fantásticas, causadas en su imaginación por la solicitud y cuidado que ocupaba a su espíritu sobre este punto; y me las refería, no con aquella seguridad y confianza que acostumbraba, cuando erais Vos quien le hablabais o manifestabais alguna cosa, sino haciendo muy poco caso de ellas y despreciándolas. Porque decía que en cierto sabor y gusto que no sabía explicar con palabras conocía la diferencia que había entre las revelaciones que eran vuestras y las que eran solamente sueños de su fantasía. No obstante, se trataba con instancia mi casamiento, y estaba pedida una mocita, cuya edad era casi dos años menos de los que se requieren para el matrimonio, y porque aquélla parecía a propósito, esperábamos hasta que cumpliese la edad competente. |