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Capítulo 13
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CAPITULO 13 |
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A qué estudio se aficionaba más |
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20. Desde mi tierna edad me hacían aprender el griego; pero yo aborrecía semejante estudio: y no sé por qué le tenía tanta aversión entonces, que aún ahora no he podido acabar de averiguar el motivo. Al contrario me sucedió con el latín, al cual me aficioné mucho; no digo aquel latín que podían enseñarme los maestros de primeras letras, sino el que enseñan los que se llaman gramáticos, porque aquel otro estudio de las primeras letras, en que se aprende a leer, escribir y contar, no le tenía por menos pesado y penoso que el de todo el griego. Pues ¿de dónde podía dimanar esta aversión, sino de mi pecado, y de lo caduco de esta vida, por ser el hombre compuesto de carne animada de un espíritu, cuya vida es como un soplo de aire pasajero que va y no vuelve? Porque a la verdad el estudio de aquellas primeras letras era mejor y más sólido; pues con él podía conseguir, como de hecho conseguí entonces y también ahora, ya el leer lo que hallo escrito, ya también escribir todo lo que quiero. Pero en el otro estudio, a que yo me incliné más, me obligaban a aprender los errados rumbos de no sé qué Eneas olvidándome de lo errado de los míos y a llorar la desgracia de Dido, que por amor de Eneas se mató a sí misma; cuando yo, miserable de mí, no lloraba la muerte que a mí mismo me daban estas fábulas, apartándome de Vos, que sois mi Dios y mi vida. 21. ¿Qué cosa más digna de compasión y lástima que un hombre infeliz y miserable que no tenía lástima ni se compadecía de sí mismo, y que lloraba la muerte de Dido, causada de su grande amor a Eneas, no llorando mi propia muerte, causada de no amaros a Vos, Dios mío, luz de mi corazón, sustento y fortaleza de mi alma, y virtud que la fecundáis, llenando toda la capacidad de mi entendimiento? No os amaba yo, Señor; antes bien os era desleal. Y andando así perdido, por todas partes oía mis aplausos. Porque tener amistad con este mundo es apartarse de Vos; y por ese apartamiento recibe el hombre aplausos en el mundo, para que se avergüence, si no persevera en la unión y amistad de quien le aplaude tanto. No lloraba yo esto, y lloraba a Dido, que por último extremo de su amor se mató a sí misma; siendo así que yo amaba extremadamente a vuestras criaturas dejándoos de amar a Vos, y portándome como terreno en tener puesta mi afición en cosas de la tierra. Y estaba tan aficionado y adherido a aquella lectura, que si me estorbaran leer aquellas cosas, lo sentiría mucho, porque no me dejaban leer lo que me causaría sentimiento. Pues estas y semejantes locuras son reputadas como mejores estudios y aplaudidas con el nombre de bellas letras; y su estudio se juzga de más utilidad que el otro en que me enseñaron a leer y a escribir. 22. Pero al presente, Dios mío, dad voces en el interior de mi alma y clame allí vuestra verdad diciéndome: No es así, no es así; mejor es sin duda aquella doctrina y enseñanza primera. Porque a la verdad yo más quisiera que se me olvidaran los rodeos por donde anduvo Eneas y las demás historietas a este modo, que el escribir y leer. Bien sé que las puertas de sus aulas las cubren los gramáticos con una especie de velos o cortinas, pero éstas no tanto sirven para significar los misterios que sus fábulas ocultan, cuanto para encubrir los errores y desvaríos que allí se enseñan. No tienen que alborotarse ni dar voces contra mí, que no les temo desde que en vuestra presencia, Dios mío, confieso los afectos y deseos de mi alma, y he resuelto acusarme de las erradas sendas que he seguido, para enmendar lo que he errado, y seguir de aquí adelante el camino de vuestras santas leyes y preceptos. No se me opongan, ni griten contra mí los que viven de vender y comprar las doctrinas y reglas de la gramática; porque si yo les pregunto si es verdad que Eneas vino alguna vez a Cartago, como dice Virgilio, los menos instruidos responderán que no lo saben, pero los que saben algo más, dirán que aquello no es verdad. Pero si les preguntase con qué letras se escribe el nombre de Eneas, todos los que aprendieron a escribir responderán uniformemente y conformándose con aquellas reglas y forma de caracteres que están instituidos y determinados por el convenio y voluntad de los hombres, y será verdadera su respuesta. Y finalmente, si les preguntara cuál sería mayor daño para esta vida, olvidársele a un hombre el leer y el escribir, u olvidársele todas aquellas ficciones poéticas, ¿quién no ve lo que respondería cualquiera que no estuviese olvidado enteramente de sí mismo? Luego aun siendo muchacho hacía yo mal en amar y aficionarme más al estudio de aquellas cosas tan vanas, que al de éstas, que son más útiles y provechosas, o por mejor decir, obraba mal amando aquéllas y aborreciendo éstas. Pues ¿qué diré de mi repugnancia a los primeros principios de la aritmética? Era para mí una canción insufrible el oír a los otros, y repetir yo mismo: uno y uno son dos, dos y dos son cuatro; cuando por otra parte era para mi gusto un pasaje muy delicioso, el de aquel caballo de madera lleno de gente armada, el incendio de Troya y lasombra de Creúsa. |
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