Han fracasado los billetes circulares, los hoteles baratos y las guías. Ha fracasado el turismo. El turista es un hombre impermeable. El espíritu de los países que recorre no le penetra jamás. Es un hombre que no se entera de nada, que no se mezcla nunca a la vida de los pueblos, que no influye en ellos ni se deja influir por ellos, que atraviesa las ciudades sin dejar rastro ninguno tras de sí. Un vendedor cualquiera de paños o un comisionista de drogas son infinitamente superiores al turista y hacen mucho más que él para la comprensión de los diferentes países del mundo. El turismo ha fracasado hasta literariamente. Comparen ustedes el Viaje por España, de Gautier, compárenle a The Bible in Spain, de Borrow. Gautier fue a España de turista, fue a ver la España pintoresca, mientras que Borrow fue a vender biblias. Pues el libro verdaderamente pintoresco es el de Borrow. Así como Gautier buscaba los gitanos para describirlos. Borrow se encontró metido entre ellos, aprendió a hablar caló, resultó luego mezclado en algunas revueltas populares, trató a los políticos de la época.
Y menos mal que en tiempos de Gautier no existían aún los billetes circulares. Hay familias nortealmericanas que se pasan quince, veinte, treinta años ahorrando dinero, y que luego, gracias a los billetes circulares, recorren toda Europa en quince días. Ven París, Suiza, el Tirol, Viena, Constantinopla, Grecia, Berlín, Italia, España, Suecia. Ven arquitectura gótica, románica, bizantina, árabe; ven pintura, ven escultura, ven cerámica, ven maquinaria, ven vida nocturna, ven bellezas naturales, ven lugares históricos. Lo ven todo en quince días, y si antes del viaje tenían una visión más o menos exacta de Europa, después del viaje no tienen ya visión alguna.
Los viajes circulares no sirven para instruir a la juventud, sino para embrutecer a la edad madura. El tipo del viajero moderno, es decir, el turista, ha fracasado completamente. En Inglaterra muchas gentes viajan ya en unos carros como los de los gitanos, que son las gentes que mejor saben viajar, con cocina, alcoba y selón. En esta forma los viajes son lentos y se ven pocas cosas; pero las pocas cosas que se ven se ven bien.
Axioma: A dondequiera que vayas, lector, procura dejar un recuerdo agradable o desagradable; alguna novia, algunos amigos, alguna antipatía, una receta para hacer el arroz o los huevos fritos y seis o siete duros de deuda.
Playas, ciudades y montañas. Madrid, Renacimiento. 1916 |