Que no se deben buscar las cosas exteriores.

1. Hijo, en muchas cosas te conviene ser ignorante, y estimarte como muerto en la tierra, mirando al mundo como crucificado para ti.

Conviene asimismo que te hagas sordo a muchas cosas y que medites lo que más conviene para tu paz.

Es más útil apartar los ojos de lo que te disgusta, y dejar a cada uno en su parecer, que ocuparte en impertinentes disputas.

Si estuvieres bien con Dios, y atendieres a su juicio, más fácilmente te darás por vencido.

2. ¡Oh Señor, a qué hemos llegado! Lloramos los males temporales, trabajamos y nos afanamos por una pequeña ganancia; y, entre tanto, nos olvidamos del daño espiritual que apenas y siempre tarde se ofrece a nuestra memoria.

Ponemos gran cuidado en lo que poco o nada vale, y miramos con el mayor descuido lo que es muy necesario; porque todo hombre se deja arrastrar por las apariencias, y si pronto no vuelve en sí, se sumerge voluntariamente en las exterioridades.