Que debemos negarnos a nosotros mismos y asemejarnos a Cristo por la cruz.

1. Hijo, cuanto puedas salir de ti mismo, tanto podrás pasarte a Mí.

Así como no desear nada exteriormente produce la paz interior, así el negarse interiormente produce la unión con Dios.

Quiero que aprendas la perfecta abnegación de ti mismo en mi voluntad, sin réplica ni queja.

Sígueme: Yo soy camino, verdad y vida. Sin camino no hay por donde andar: sin verdad no se puede conocer: sin vida no hay quien pueda vivir. Yo soy el camino que debes seguir, la verdad que debes creer, la vida que debes esperar.

Yo soy camino inviolable, verdad infalible, vida interminable.

Yo soy el camino más recto, la verdad suma, la vida verdadera, vida bienaventurada, vida increada.

Si permanecieres en mi camino, conocerás la verdad; la verdad te librara, y alcanzarás la vida eterna.

2. Si quieres entrar en la vida, guarda mis mandamientos.

Si quieres conocer la verdad, créeme a Mí.

Si quieres ser perfecto, vende todas las cosas.

Si quieres ser mi discípulo, niégate a ti mismo.

Si quieres poseer la vida bienaventurada, desprecia la presente.

Si quieres ser ensalzado en el cielo, humíllate en la tierra.

Si quieres reinar conmigo, lleva la cruz conmigo.

Porque solamente los siervos de la cruz hallan el camino de la bienaventuranza y de la luz verdadera.

3. Señor, Jesús, pues que tu camino es estrecho y despreciado en el mundo, concédeme que te imite en el desprecio al mundo.

Porque no es mayor el siervo que su señor, ni el discípulo es superior al maestro.

Ejercítese tu siervo en tu vida, pues en ella están mi salud y la verdadera santidad.

Nada de lo que leo u oigo fuera de ella, puede recrearme ni satisfacerme cumplidamente.

4. Hijo, pues sabes esto y lo has leído todo, dichoso serás si lo practicares.

El que abraza mis mandamientos, y los guarda, ese es el que me ama: y Yo le amaré y me manifestaré a él, y le haré sentar conmigo en el reino de mi Padre.

5. Señor Jesús, como lo dijiste y prometiste, así se haga, y pueda yo merecerlo.

De tu mano recibí la cruz: la llevaré hasta la muerte tal como Tú me la cargaste.

En verdad, la vida del buen religioso es cruz; pero esta cruz guía al paraíso.

Ya emprendido el camino, no se debe volver atrás, ni conviene abandonarlo.

6. Ea, hermanos, vayamos juntos; Jesús estará con nosotros.

Por Jesús abrazamos esta cruz; por Jesús perseveremos en ella.

Quien es nuestro guía y nuestro modelo será nuestro auxiliador.

He aquí nuestro Rey, que va delante de nosotros, y peleará por nosotros.

Sigámosle varonilmente: nadie tema los peligros: estemos aparejados a morir heroicamente en la pelea, y no afrentemos nuestra gloria huyendo de la cruz.