Agradezco, querido Guillermo, que tu amistad haya comprendido tan bien lo que yo quería decir. Tienes razón; lo mejor que puedo hacer es partir. Pero la invitación que me haces para que vuelva a vuestro lado, no está muy en armonía con mi pensamiento. Antes haré una corta excursión, a la que convidan el frío continuado que es de esperar y los caminos que estarán en buen estado. Tu deseo de venir a buscarme me agrada mucho; pero te ruego que me concedas un plazo de quince días, y que esperes a recibir otra carta mía que te comunique mis últimas noticias. Di a mi madre que rece a Dios por su hijo; dile también que le pido perdón de todos los pesares que le he causado. Sin duda entraba en mí destino el apesadumbrar a las personas a quienes hubiera querido hacer felices. Adiós, mi queridísimo amigo; el cielo derrame sobre ti sus bendiciones.
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