«A pena si puo dir, questa fu rosa»
Pobre Isabel! –Me han dicho que moriste
poco tiempo después de mi partida,
y me ha sido tan triste, sí, ¡tan triste!
esta nueva fatal!
No en vano yo escuché cierto gemido
como un susurro en mi redor vagando,
y lo tomé por eco de un sonido
de las brisas del mar!
Era un lamento que quizá me enviabas,
era que tú de mí te despedías,
era el himno postrer que pronunciabas,
era el último adiós!
Mas ¿quién pensara que tan breve fuera
la vida de los buenos? ¿Quién pensara
que entre nubes tan pronto se extinguiera
aquel naciente sol?
Pasaban por mi mente confundidas
veladas con cendales vaporosos,
las imágenes bellas y queridas
de los seres que amé;
Entonces tú también cual sombra incierta
cruzaste fugitiva en mi memoria,
¡Y ya estabas enferma... Estabas muerta!
bajo tierra tal vez!
Cuántos otros habrán agonizado
durante el largo tiempo de mi ausencia!
¡Cuántos, cuántos que vivos he dejado
cadáveres serán!
Y cuántas flores necesito, ¡cuántas!
para adornar vuestras modestas tumbas,
si os voy a visitar, si al fin mis plantas
huellan tierra natal!
Cincinati, E.U. 1853. |