Y qué  te voy a contar, Daniel… si ya sabés cómo es ella, yo tengo miedo, mucho miedo. Mejor dicho vos no sabés cómo es ella, sabés bien cómo soy yo y lo que significan  los aniversarios para mí, hago que no me importan y que finjo no recordar el año en que nací, porque a mi viejo, Daniel –que en paz descanse- le costaba expresar los sentimientos, y para colmo este puto dolor en el pecho que no se me va, que desaparece y al rato vuelve a aparecer y me inunda de temor. Como querés que no esté preocupado por lo que va a pasar, para ella es muy importante, son seis años ¡seis años! Y han pasado tantas cosas en este tiempo Daniel. Yo la imagino esta noche cuando regrese a casa… con su mejor vestido, el oscurito que me gusta a mí-  porque a pesar de los años ella sigue siendo joven y hermosa, y yo… yo estoy tan cansado, tan viejo, pasaron tantas cosas en estos seis años, Daniel, es como si hubiera estado tres veces combatiendo en Vietnam. Ya me imagino lo que ella hará,  va a preparar la cena con velas sobre la mesa, se va a pintar los labios, va a comprar el vino tinto que nos gusta, se va a poner las medias negras, me va a besar en la boca y voy a sentir ese sabor tan rico,  y este puto dolor en el pecho que no se me deja. Yo no voy a poder fumar mis Philips Morris uno tras otro, porque en casa sólo fumo uno al llegar, para cuidar mi salud y complacerla.  Y mientras cenemos, se va a reír Daniel, y va a estar feliz, eso es algo que me encanta de ella, yo soy tan amargo, tan trágico. Cómo no la voy a desear, ya la estoy deseando ¿pero viste mis ojeras? y la mierda de estas pastillas, me siento tan ridículo y tengo tanto miedo, Daniel, a veces pienso ¡ojalá se enamore de otro! Sí, de otro más joven, alguien que le pueda dar más de lo que yo le doy, qué me importa… yo la quiero bien y voy a sobrevivir, qué más me puede pasar de lo que me pasó en estos años, y este puto dolor en el pecho que no se me va, Daniel.

©Daniel Cabaza