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Santa Teresa de Jesús

SANTA TERESA DE JESÚS

"Camino de perfección"

Capítulo 31

  CAPÍTULOS:

Biografía de Santa Teresa de Jesús en Wikipedia 

SANTA TERESA DE JESÚS

 

CAMINO DE PERFECCIÓN

Cap. 31

 
OBRAS DE SANTA TERESA DE JESÚS

PROSA

El libro de la vida

Camino de perfección

Las moradas

POESÍA

A la profesión de Isabel de los Angeles

Alma, buscarte has en mí

Al nacimiento de Jesús

A San andrés

A Santa Catalina mártir

A una profesa

Ayes del destierro

Coloquio amoroso

Cruz, descanso sabroso

En la cruz está la vida

En la festividad de los santos reyes

Nada te turbe

¡Oh hermosura que excedéis!

Para navidad

Pastores que veláis

Sobre aquellas palabras "Dilectus meus mihi"

Soneto a Jesús crucificado

Vivo sin vivir en mí

Vuestra soy, para vos nací

 

OTROS AUTORES

San Agustín

San Juan de la Cruz

Sor Juana Inés de la Cruz

Miguel de Unamuno

 
 
Capítulo 31

Que prosigue en la misma materia. -Declara qué es oración de quietud. -Pone algunos avisos para los que la tienen. -Es mucho de notar.

 

1. Pues todavía quiero, hijas, declarar -como lo he oído platicar, o el Señor ha querido dármelo a entender, por ventura para que os lo diga- esta oración de quietud, adonde a mí me parece comienza el Señor, como he dicho (1), a dar a entender que oye nuestra petición y comienza ya a darnos su reino aquí, para que de veras le alabemos y santifiquemos su nombre y procuremos lo hagan todos.

2. Es ya cosa sobrenatural y que no la podemos procurar nosotros (2) por diligencias que hagamos. Porque es un ponerse el alma en paz, o ponerla el Señor con su presencia, por mejor decir, como hizo al junto Simeón, porque todas las potencias se sosiegan. Entiende el alma, por una manera muy fuera de entender con los sentidos exteriores, que está ya junto cabe su Dios, que con poquito más llegará a estar hecha una misma cosa con El por unión. Esto no es porque lo ve con los ojos del cuerpo ni del alma. Tampoco no veía el justo Simeón más del glorioso Niño pobrecito; que en lo que llevaba envuelto y la poca gente con El que iban en la procesión, más pudiera juzgarle por hijo de gente pobre que por Hijo del Padre celestial; (3) mas dióselo el mismo Niño a entender. Y así lo entiende acá el alma, aunque no con esa claridad; porque aun ella no entiende cómo lo entiende, más de que se ve en el reino, al menos cabe el Rey que se le ha de dar, y parece que la misma alma está con acatamiento aun para no osar pedir. Es como un amortecimiento interior y exteriormente, que no querría el hombre exterior (digo) el cuerpo, porque mejor me entendáis) (4), que no se querría bullir, sino como quien ha llegado casi al fin del camino descansa para poder mejor tornar a caminar, que allí se le doblan las fuerzas para ello.

3. Siéntese grandísimo deleite en el cuerpo y grande satisfacción en el alma (5). Está tan contenta de sólo verse cabe la fuente, que aun sin beber está ya harta. No le parece hay más que desear. Las potencias sosegadas, que no querrían bullirse, todo parece le estorba a amar, aunque no tan perdidas, porque pueden pensar en cabe quién están, que las dos están libres. La voluntad es aquí la cautiva, y si alguna pena puede tener estando así es de ver que ha de tornar a tener libertad. El entendimiento no querría entender más de una cosa, ni la memoria ocuparse en más. Aquí ven que ésta sola es necesaria y todas las demás la turban. El cuerpo no querrían se menease, porque les parece han de perder aquella paz, y así no se osan bullir. Dales pena el hablar; en decir "Padre nuestro" una vez, se les pasará una hora. Están tan cerca, que ven que se entienden por señas. Están en el palacio cabe su Rey y ven que las comienza ya a dar aquí su reino. No parece están en el mundo ni le querrían ver ni oír, sino a su Dios. No les da pena nada, ni parece se la ha de dar. En fin, lo que dura, con la satisfacción y deleite que en sí tienen, están tan embebidas y absortas, que no se acuerdan que hay más que desear, sino que de buena gana dirían con San Pedro: "Señor, hagamos aquí tres moradas" (6).

4. Algunas veces en esta oración de quietud hace Dios otra merced bien dificultosa de entender si no hay gran experiencia; mas si hay alguna, luego lo entenderéis la que la tuviere, y daros ha mucha consolación saber qué es, y creo muchas veces hace Dios esta merced junto con estotra. Cuando es grande y por mucho tiempo esta quietud, paréceme a mí que si la voluntad no estuviese asida a algo, que no podría durar tanto en aquella paz; porque acaece andar un día o dos que nos vemos con esta satisfacción y no nos entendemos -digo los que la tienen- y verdaderamente ven que no están enteros en lo que hacen, sino que les falta lo mejor, que es la voluntad, que, a mi parecer, está unida con su Dios y deja las otras potencias libres para que entiendan en cosas de su servicio. Y para esto tienen entonces mucha más habilidad; mas para tratar cosas del mundo están torpes y como embobados a veces.

5. Es gran merced ésta a quien el Señor la hace, porque vida activa y contemplativa es junta. De todo sirven entonces al Señor juntamente; porque la voluntad estáse en su obra sin saber cómo obra y en su contemplación; las otras dos potencias sirven en lo que Marta; así que ella y María andan juntas.

Yo sé de una persona que la ponía el Señor aquí muchas veces, y no se sabía entender, y preguntólo a un gran contemplativo (7), y dijo que era muy posible, que a él le acaecía. Así que pienso que, pues el alma está tan satisfecha en esta oración de quietud, que lo más continuo debe estar unida la potencia de la voluntad con el que solo puede satisfacerla.

6. Paréceme será bien dar aquí algunos avisos para las que de vosotras, hermanas, el Señor ha llegado aquí por sola su bondad, que sé que son algunas.

El primero es, que como se ven en aquel contento y no saben cómo les vino, al menos ven que no le pueden ellas por sí alcanzar, dales esta tentación: que les parece podrán detenerle, y aun resolgar no querrían. Y es bobería, que así como no podemos hacer que amanezca, tampoco podemos que deje de anochecer. No es ya obra nuestra, que es sobrenatural y cosa muy sin poderla nosotros adquirir. Con lo que más detendremos (8) esta merced, es con entender claro que no podemos quitar ni poner en ella, sino recibirla como indignísimos de merecerla, con hacimiento de gracias, y éstas no con muchas palabras, sino con un alzar los ojos con el publicano (9).

7. Bien es procurar más soledad para dar lugar al Señor y dejar a Su Majestad que obre como en cosa suya; y cuanto más, una palabra de rato en rato, suave, como quien da un soplo en la vela, cuando viere que se ha muerto, para tornarla a encender; mas si está ardiendo, no sirve de más de matarla, a mi parecer. Digo que sea suave el soplo, porque por concertar muchas palabras con el entendimiento no ocupe la voluntad.

8. Y notad mucho, amigas, este aviso que ahora quiero decir, porque os veréis muchas veces que no os podáis valer con esotras dos potencias: (10) que acaece estar el alma con grandísima quietud, y andar el entendimiento tan remontado, que no parece es en su casa aquello que pasa; y así lo parece entonces que no está sino como en casa ajena por huésped y buscando otras posadas adonde estar, que aquélla no le contenta, porque sabe poco estar en un ser. Por ventura es sólo el mío, y no deben ser así otros. Conmigo hablo, que algunas veces me deseo morir, de que no puedo remediar esta variedad del entendimiento. Otras parece hace asiento en su casa y acompaña a la voluntad, que cuando todas tres potencias se conciertan, es una gloria. Como dos casados, que si se aman, que el uno quiere lo que el otro; mas si uno es malcasado, ya se ve el desasosiego que da a su mujer. Así que la voluntad, cuando se ve en esta quietud, no haga caso del entendimiento más que de un loco; (11) porque si le quiere traer consigo, forzado se ha de ocupar e inquietar algo. Y en este punto de oración todo será trabajar y no ganar más, sino perder lo que le da el Señor sin ningún trabajo suyo.

9. Y advertid mucho a esta comparación, que me parece cuadra mucho: (12) está el alma como un niño que aún mama cuando está a los pechos de su madre, y ella, sin que él paladee, échale la leche en la boca por regalarle. Así es acá, que sin trabajo del entendimiento está amando la voluntad, y quiere el Señor que, sin pensarlo, entienda que está con El y que sólo trague la leche que Su Majestad le pone en la boca y goce de aquella suavidad; que conozca le está el Señor haciendo aquella merced y se goce de gozarla; mas no que quiera entender cómo la goza y qué es lo que goza, sino descuídese entonces de sí, que quien está cabe ella no se descuidará de ver lo que le conviene. Porque si va a pelear con el entendimiento para darle parte trayéndole consigo, no puede a todo; forzado dejará caer la leche de la boca y pierde aquel mantenimiento divino.

10. En esto diferencia esta oración de cuando está toda el alma unida con Dios: (13) porque entonces aun sólo este tragar el mantenimiento no hace; dentro de sí, sin entender cómo, le pone el Señor. Aquí parece que quiere trabaje un poquito, aunque es con tanto descanso que casi no se siente. Quien la atormenta es el entendimiento; lo que no hace cuando es unión de todas tres potencias, porque las suspende el que las crió; porque con el gozo que da, todas las ocupa sin saber ellas cómo ni poderlo entender.

Así que, como digo, en sintiendo en sí esta oración, que es un contento quieto y grande de la voluntad, sin saberse determinar de qué es señaladamente, aunque bien se determina que es diferentísimo de los contentos de acá y que no bastaría señorear el mundo con todos los contentos de él para sentir en sí el alma aquella satisfacción, que es en lo interior de la voluntad -que otros contentos de la vida paréceme a mí que los goza lo exterior de la voluntad, como la corteza de ella, digamos- ... Pues cuando se viere en este tan subido grado de oración (que) es, como he dicho ya (14), muy conocidamente sobrenatural), si el entendimiento -o pensamiento, por más me declarar- a los mayores desatinos del mundo se fuere, ríase de él y déjele para necio, y estése en su quietud, que él irá y vendrá; que aquí es señora y poderosa la voluntad, ella se le traerá sin que os ocupéis. Y si quiere a fuerza de brazos traerle, pierde la fortaleza que tiene para contra él, que viene de comer y admitir aquel divino sustentamiento, y ni el uno ni el otro ganarán nada, sino perderán entrambos. Dicen que quien mucho quiere apretar junto, lo pierde todo; así me parece será aquí.

La experiencia dará esto a entender, que quien no la tuviere no me espanto le parezca muy oscuro esto y cosa no necesaria; mas ya he dicho (15), que con poca que haya, lo entenderá y se podrá aprovechar de ello y alabará al Señor, porque fue servido se acertase a decir aquí.

11. Ahora, pues, concluyamos con que puesta el alma en esta oración, ya parece le ha concedido el Padre Eterno su petición de darle acá su reino. ¡Oh dichosa demanda, que tanto bien en ella pedimos sin entenderlo! ¡Dichosa manera de pedir! Por eso quiero yo, hermanas, que miremos cómo rezamos esta oración del Paternóster y todas las demás vocales. Porque hecha Dios esta merced (16), descuidarnos hemos de las cosas del mundo; porque llegando el Señor de él, todo lo echa fuera. No digo que todos los que la tuvieren, por fuerza estén desasidos del todo del mundo; al menos querría que entiendan lo que les falta y se humillen y procuren irse desasiendo del todo, porque si no, quedarse ha aquí. Y alma a quien Dios le da tales prendas es señal que la quiere para mucho: si no es por su culpa, irá muy adelante. Mas si ve que poniéndola el reino del cielo en su casa se torna a la tierra, no sólo no la mostrará los secretos que hay en su reino, mas serán pocas veces las que le haga este favor, y breve espacio.

12. Ya puede ser yo me engañe en esto, mas véolo y sé que pasa así, y tengo para mí que por eso no hay muchos más espirituales; porque, como no responden en los servicios conforme a tan gran merced, con no tornar a aparejarse a recibirla, sino sacar al Señor de las manos la voluntad que ya tiene por suya y ponerla en cosas bajas, vase a buscar adonde le quieran para dar más, aunque no del todo quita lo dado cuando se vive con limpia conciencia.

Mas hay personas, y yo he sido una de ellas, que está el Señor enterneciéndolas y dándolas inspiraciones santas y luz de lo que es todo, y, en fin, dándoles este reino y poniéndolos en esta oración de quietud, y ellos haciéndose sordos. Porque son tan amigas de hablar y de decir muchas oraciones vocales muy apriesa, como quien quiere acabar su tarea, como tienen ya por sí de decirlas cada día, que aunque, -como digo- les ponga el Señor su reino en las manos, no lo admiten; sino que ellos con su rezar piensan que hacen mejor, y se divierten (17).

13. Esto no hagáis, hermanas, sino estad sobre aviso cuando el Señor os hiciere esta merced. Mirad que perdéis un gran tesoro y que hacéis mucho más con una palabra de cuando en cuando del Paternóster, que con decirle muchas veces aprisa. Está muy junto a quien pedís, no os dejará de oír. Y creed que aquí es el verdadero alabar y santificar de su nombre, porque ya, como cosa de su casa, glorificáis al Señor y alabáisle con más afección y deseo, y parece no podéis dejarle de servir (18).

 

NOTAS CAPÍTULO 31

1 En el c. 30, n. 6. -Al fin del número, la 1ª redacción proseguía: ... y procuremos le alaben otros, aunque por tenerlo escrito en otra parte -como he dicho- no me alargaré mucho en declararlo, diré algo.

2 En el autógrafo, un censor acotó al margen: "por nuestra habilidad". -Es interesante notar que la propia Santa en el ms. de Toledo tachó procurar y escribió de propia mano adquirir. -Sigue una alusión al "nunc dimittis" (Lc 2, 29).

3 Mucho más tierna y plásticamente escribía en la 1ª redacción: más pudiera juzgarle por romerito, hijo de padres pobres... -Romerito: pequeño peregrino que va a la romería "con bordón y esclavina" (así en tiempo de la Santa).

4 El paréntesis contenía en la 1ª redacción una deliciosa ironía teresiana: digo el cuerpo, que alguna simplecita vendrá que no sepa qué es interior y exterior.

5 Al margen del autógrafo escurialense escribió uno de los censores: "divinamente declara esta oración de quietud... [el resto tachado e ilegible]".

6 Mt 17, 4.

7 En el ms. de Toledo anotó la Santa: que era el P. Francisco, de la Compañía de Jesús, que había sido duque de Gandía, y lo sabía bien por experiencia. -Era San Francisco de Borja, y la persona que lo consultó, la propia Santa Teresa. -Un corrector tachó el último miembro de la anotación marginal autógrafa.

8 Detendremos, en la acepción de "retendremos".

9 Lc 18, 13.

10 Esotras dos potencias son el entendimiento y la memoria. Ya otra vez las designó con esos términos genéricos en este mismo capítulo (n. 5), por contraposición a la voluntad (nn. 3 y 4, única que entra en estado de quietud". -El entendimiento tan remontado, de que hablará en seguida, comprende en confuso a "entendimiento e imaginación". De hecho, en el ms. de Toledo, la misma Santa escribió sobre la palabra "entendimiento": o imaginación. (Véase la nota que sigue).

11 En la 1ª redacción la Santa recalcó este consejo: y nótese mucho este aviso, que importa. A su vez, al dar los últimos retoques al texto en el ms. de Toledo, sobre la palabra "entendimiento" escribió: o pensamiento o imaginación, que no sé lo que es. -Este titubeo entre entendimiento y pensamiento e imaginación, le hizo introducir una acotación similar al principio del presente número: andar el entendimiento "o pensamiento" tan "remontado" (ms. de Toledo); y poco más adelante (n. 10): quien la atormenta es el entendimiento -"o imaginación", vuelve a añadir la Autora en el ms. toledano.

12 Prueba de la fruición con que escribió Santa Teresa esta famosa "comparación" son los sucesivos retoques a que la sometió: escribió en la 1ª redacción: Y advertid mucho a esta comparación que me puso el Señor estando en esta oración, y cuádrame mucho. -En nuestro texto (2ª redacción), la desarrolló ampliamente, pero omitiendo la alusión al origen místico de la comparación. -En la redacción final (ms. de Toledo), el texto quedó así: y advertid mucho a esta comparación, que me parece cuadrar [la Santa tacha "mucho"] y que lo da a entender. -En el ms. de Salamanca quedan huellas de otras elaboraciones del mismo pasaje. Dice así: Por esta comparación se puede entender cómo es posible amar sin entender lo que se ama ni qué se ama, que es dificultoso de entender. -Esa misma ampliación había sido añadida al margen del autógrafo de Valladolid por uno de los revisores del texto.

13 El sentido es: en esto se diferencia esta oración de quietud, de la oración de unión. -La 1ª redacción añade: Quien tuviere esta oración entenderá claro lo que digo, si lo mira con advertencia, después de haber leído esto, y ¡mire que importa!; si no, parece algarabía.

14 Lo ha dicho en el n. 6. -Obsérvese de nuevo (cf. nota al n. 8) la aclaración "o pensamiento, por más me declarar", que no existía en la 1ª redacción. -Déjele para necio: equivale a "por necio" (cf. c. 22, n. 1: enviaros han para simple).

15 Lo ha dicho en el n. 4. -Es interesante la variante de la 1ª redacción: La experiencia dará esto a entender, que para entenderlo sin que nos lo digan es menester mucha, y para hacerlo y entenderlo después de leído, es menester poca.

16 ... hecha por Dios esta merced; hizo imprimir fr. Luis de León (p. 185).

17 Se divierten, es decir, se distraen de la oración de quietud.

18 La 1ª redacción terminaba inculcando: así que en esto os aviso que tengáis mucho aviso, porque importa muy mucho.

 

Capítulo 31
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