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Capítulo 26
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Confesiones |
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CAPÍTULO 26 |
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Fruto e intención de hacer el bien |
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39. Se alimentaban con estos manjares quienes se gozan en ellos; pero no se gozan en ellos los que tienen a su vientre por Dios. Porque en aquellos que los proporcionan no es el fruto lo que dan, sino la intención con que lo dan. Y así veo con toda claridad de dónde se gozaba aquel que servía a Dios, no a su vientre; le veo y le doy el parabién con toda el alma. Porque había recibido [Pablo] de los filipenses las cosas que le habían enviado por Epafrodito. Pero ya veo de dónde le venía el gozo; le venía el gozo de allí, de donde se alimentaba, porque, hablando con verdad, dijo: Me he alegrado vehementemente en el Señor, porque al fin habéis reavivado alguna vez hacia mí aquellos sentimientos en que antes abundabais y que os habían causado tedio. Estos, en efecto, con el largo tedio se habían marchitado y casi secado en orden a este fruto de buenas obras. Y [Pablo] se goza por ellos, no por él, porque brotaron, porque socorrieron su indigencia. Por esto dice a continuación: No digo esto porque me haya faltado algo; porque he aprendido a bastarme con las cosas que tengo. Sé lo que es tener poco y lo que es abundar; he probado todas las cosas y esto y hecho a todo: a estar harto, a tener hambre, a abundar y a padecer penuria; todo lo puedo en aquel que me conforta. 40. ¿En qué, pues, te gozas, oh gran Pablo? ¿En qué te gozas? ¿En qué te apacientas, ¡oh hombre!, renovado en el conocimiento de Dios, según la imagen de aquel que te ha creado, ya alma viva por tan gran continencia, ya lengua voladora que habla misterios? Porque a tales animales les es debido este manjar. ¿Qué es lo que te alimenta? La alegría. Oigamos lo que sigue: Sin embargo —dice—, hicisteis bien participando de mi tribulación. De esto es de lo que se goza, de esto es de lo que se alimenta: porque obraron bien con él, no porque fuera aliviada su angustia, según aquel que te dice: En la tribulación me ensanchaste; porque también supo en ti, que eres quien le confortas, lo que es abundar y padecer penuria. Porque también vosotros, ¡oh filipenses! —dice—, sabéis que en el principio de mi predicación, cuando salí de Macedonia, ninguna iglesia me asistió con sus bienes en razón de lo dado y recibido, sino únicamente vosotros; porque una y más veces enviasteis a Tesalónica con qué atender a mis necesidades. Gózase [Pablo] ahora de que hayan vuelto a estas buenas obras, y se alegra que hayan brotado como la fertilidad del campo que revive. 41. Pero ¿es acaso por razón de sus necesidades por lo que dijo: Me enviasteis para remedio de mis necesidades? ¿Es acaso por esto por lo que se goza? No es por esto. Mas ¿de dónde sabemos esto? De lo que él mismo añade, diciendo: No porque busque la dádiva, sino porque deseo el fruto. He aprendido de ti, Dios mío, a distinguir entre el don y el fruto. Don es la cosa que da quien socorre tales necesidades, como, por ejemplo, el dinero, la comida, la bebida, el vestido, el hospedaje, la ayuda. Mas el fruto es la buena y recta voluntad del dador. Porque no dice solamente el Maestro: El que recibiere al profeta, sino que añadió a título de profeta. Ni dijo solamente: El que recibiere al justo, sino que añadió: a título de justo; porque así es como recibirá aquél la merced del profeta y éste la del justo. Ni dijo solamente: El que diera a uno de mis pequeñuelos un vaso de agua fría, sino que añadió: únicamente a título de discípulo; y así agregó: En verdad os digo que no perderá su recompensa. Don es recibir al profeta, recibir al justo, dar un vaso de agua fría al discípulo; fruto, hacer esto a título de profeta, a título de justo, a título de discípulo. Con el fruto era alimentado Elías por la viuda, que sabía que alimentaba a un hombre de Dios y como a tal lo alimentaba; pero por el cuervo era alimentado con el don. Ni era el Elías interior, sino el exterior, el que era alimentado, y que también era el que por falta de tal alimento podía morir.
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