14. Pero esto [luz] lo somos por fe, no por visión; porque por la esperanza estamos salvos; y la esperanza que ve no es esperanza. Todavía el abismo llama al abismo, mas ya es en la voz de tus cataratas. Ni siquiera aquel mismo que dice: No puedo hablaros como a espirituales, sino como a carnales, ni aun aquel juzga haber alcanzado el término, y, olvidado de lo que queda atrás, avanza hacia las realidades que tiene delante, y gime agobiado y tiene su alma sed del Dios vivo, como los ciervos de las fuentes de las aguas, y dice: ¿Cuándo llegaré?, deseoso de ser revestido de su morada celestial: y llama al abismo inferior, diciendo: No queráis conformaros con este mundo, sino reformaos en la novedad de vuestra mente, y no queráis haceros niños en la inteligencia, sino sed niños por la malicia para que seáis perfectos en la mente, y ¡Oh insensatos gálatas!, ¿quién os ha fascinado? Pero, no ya en su palabra, sino en la tuya, nos enviaste a tu Espíritu de lo alto por medio de aquel que ascendió a lo alto y abrió las cataratas de sus dones para que las impetuosas crecidas del río alegrasen tu ciudad. Porque por él suspira el amigo del esposo, teniendo ya en él las primicias de su espíritu, mas todavía gimiendo en sí mismo, esperando la adopción, redención de su cuerpo. Por él suspira, porque es miembro de la esposa; y por él se preocupa, porque es amigo del esposo: por él se preocupa, no para sí, porque no ya con la voz suya, sino con el estruendo de tus cataratas, llama a otro abismo al que la preocupación le llena de temor, no sea que como la serpiente sedujo con su astucia a Eva, así también sean corrompidos sus sentidos, degenerando de aquella pureza que hay en nuestro esposo, tu Unigénito. Y ésta es aquella luz de visión que gozaremos cuando le contemplemos tal cual es, y hayan pasado las lágrimas, que constituyen mi pan día y noche, en tanto que todos los días se me dice: ¿dónde está tu Dios?
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