16. Pero no son solas éstas las cosas que se encierran en la inmensa capacidad de mi memoria, pues también están allí como apartadas en un lugar más profundo (aunque propiamente no es lugar) todas las cosas que he aprendido de las artes liberales, si no se han olvidado; y conservo allí guardadas, no las imágenes de estas cosas, sino las cosas mismas. Porque lo que sé de la gramática, de la lógica y de la retórica no está de tal modo en mi memoria que dentro de ella estén las imágenes de las ciencias, y éstas se quedasen fuera. Porque esto no es una cosa que sonó y pasó, como la voz que sonó en los oídos y pasó dejando un rastro o señal de sí, que nos acordamos de ella como si sonara, cuando ya no suena; ni como un olor, que según ya pasando y esparciéndose por el aire, mueve al olfato, desde donde envía a la memoria una imagen suya, la cual tenemos presente cuando nos acordamos del olor; ni tampoco como el manjar, que estando en el estómago verdaderamente no tiene ya sabor, pero parece lo tiene en la memoria; ni como lo que se siente por medio del tacto, lo cual, aunque esté distante, queda en la memoria su imagen, que nos lo representa. Todas estas cosas no entran en la memoria, según el ser que tienen en sí mismas, sino solamente como unas imágenes suyas, que con maravillosa facilidad y presteza se forman y se depositan en aquellos senos como en celdillas admirables que tiene la memoria, de donde también maravillosamente vuelven a salir cuando uno las recuerda. |