1. Quiero traer a la memoria mis fealdades pasadas y las torpezas carnales que causaron la corrupción de mi alma; no porque las ame ya, Dios mío, sino para excitarme más a vuestro amor. Correspondiendo a vuestro amor hago esto, recorriendo mis perversos caminos con pena y amargura de mi alma, para que Vos, Señor, seáis dulce para mí, dulzura verdadera, dulzura felicísima y segura; y me reunáis y saquéis de la disipación y distraimiento que ha dividido mi corazón en tantos trozos como objetos ha amado diferentes, mientras he estado separado de Vos, que sois la eterna y soberana Unidad.
En algún tiempo de mi adolescencia deseaba ardientemente saciarme de estas cosas de acá abajo, y al modo que un árbol nuevo brota por todas partes espesas y frondosas ramas, yo también me entregué osadamente a varios y sombríos afectos y pasiones, con lo cual se afeó la hermosura de mi alma, y agradándome a mí mismo, deseando agradar y parecer bien a los ojos de los hombres, vine a ser hediondez y corrupción en los vuestros. |