De reliquias cargado
un asno recibía adoraciones,
como si a él se hubiesen consagrado
reverencias, inciensos y oraciones.
En lo vano, lo grave y lo severo
que se manifestaba,
hubo quien conoció que se engañaba,
y le dijo: «Yo infiero
»de vuestra vanidad vuestra locura;
el reverente culto que procura
tributar cada cual este momento,
no es dirigido a vos, señor jumento,
que sólo va en honor, aunque lo sientas,
de la sagrada carga que sustentas.»
Cuando un hombre sin mérito estuviere
en elevado empleo o gran riqueza,
y se ensoberbeciere,
porque todos le bajan la cabeza;
para que su locura no prosiga,
tema encontrar tal vez con quien le diga:
«Señor jumento, no se engría tanto;
que si besan la peana, es por el Santo.» |