Paseaba el poeta, triste y solo... Moría la tarde; escondíase el sol tras las montañas y el ambiente era suave y melancólico... Los ecos espirantes de una campana, el ledo murmullo de la fuente, el tintineo del rebaño, mezclábanse a esos ruidos indefinibles y opacos que de la tierra salen cuando el día se despide...
Paseaba el poeta... De pronto se detuvo. A su lado pasó un rapaz corriendo... Llevaba un nido y en él las crías y la madre, que no quiso abandonarlas, cantando, cantando tristemente al verse prisioneras.
En el árbol próximo, un pájaro revoloteaba con ansia, saltaba de rama en rama, en busca de los seres queridos que ya no verá nunca... Y el pobre pájaro cantaba, cantaba tristemente... Sintió el poeta una emoción profunda... Acaso pensó en sus amores... ¡Las tragedias del mundo son iguales siempre; sólo cambian en ellas los personajes!
— ¡Hermoso ejemplo! — dijo.
Y añadió después:
— Seamos como los pájaros, que hasta cuandó lloran... ¡cantan!
Mi bastón y otras cosas por el estilo / Antonio Palomero
1908
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