Le aserraron el cráneo;
 le estrujaron los sesos,
 y el corazón ya frío
 le arrancaron del pecho.
 Todo lo examinaron
 los oficiales médicos
 mas no hallaron la causa
 de la muerte de Pedro;
 de aquel soñador pálido
 que escribió tantos versos,
 como el espacio azules
 y como el mar acerbos.
 ¡Oíd! Cuando yo muera,
 cuando sucumba, ¡oh, médicos!
 ni me aserréis el cráneo
 ni me estrujéis los sesos,
 ni el corazón ya frío
 me arrebatéis del pecho,
 que jamás hasta el alma,
 llegó vuestro escalpelo.
 Y mi mal es el mismo,
 es el mismo de Pedro;
 de aquel soñador pálido
 que escribió tantos versos,
 y como el espacio azules
 y como el mar acerbos.