El amigo.- El remedio más sencillo para el mal de Ana María, hubiera sido convencerla de que los muertos ya no pueden nada contra los vivos, de que se mueven en un plano, desde el cual nuestro plano es inaccesible. La convicción de tu esposa era todo en su dolencia. No ya fenómenos psíquicos, sino hasta fenómenos materiales, pueden producirse por la creencia en ellos. «Hay casos -dice William James-, en que no puede producirse un fenómeno si no va precedido de una fe anterior en su realización». La vida está llena de estos casos. Para vencer a aquella sombra, para «matarla», bastaba, naturalmente, que Ana María dejase de creer en ella. La duda es un proyectil del 75 contra los fantasmas, la negación sincera es un proyectil del 42...
Yo.- Pero Grullo y Monsieur de la Palice hubieran sido... de tu opinión, amigo... Pero la raíz de una creencia se pierde en las lobregueces del subconsciente y no puede nadie desceparla tan aína, mucho menos de una alma de mujer. |