Los escritores sensatos, aunque se digan desatinos de sus obras, continúan trabajando
«En tu presencia, venerable río
-al Tajo de este modo habló una fuente-,
de un poeta me quejo amargamente,
porque ha dicho (y no hay tal) que yo me río».
Un arroyo añadió: «Sí, padre mío;
es una furia lo que ese hombre miente.
Yo voy a mi camino, no censuro,
y con todo se empeña en que murmuro».
Dicen que el Tajo luego
así les respondió con gran sosiego:
«¿No tengo yo también oro en mi arena?
Pues ¡qué! ¿De los poetas os espantan
los falsos testimonios? No os dé pena:
¡mayores entre sí se los levantan!
Reíd y murmurad enhorabuena». |