Un jornalero pobre llegó por la noche a una posada. Estaba muy cansado y tenía hambre y sed. Pero no tenía dinero. Sin dinero no pudo obtener nada. ¿Cómo obtener dinero para comer?
Se sentó a una mesa. A la mesa estaban sentados dos panaderos que comían y bebían. El jornalero les contaba de sus viajes. Su cuento era muy interesante y ellos lo escuchaban atentamente. Finalmente él les dijo:
—- Propongo una apuesta. Diré tres palabras que Vds. no pueden repetir.
—Es absurdo,—contestaron los panaderos.—Vd. no puede hacerlo.
—¿Cuánto apuestan Vds.?—dijo el jornalero.
—Un duro,—contestaron los panaderos.
El jornalero empezó:—Popocatepetl.—Los panaderos repitieron:—Popocatepetl.—El jornalero dijo:—mercader.—Los panaderos dijeron:—mercader.—Entonces dijo el jornalero con una sonrisa:—error.
Los panaderos meditaron mucho, pero no pudieron hallar su error. El jornalero dijo:
—Ensayemos de nuevo.
—Sí, cierto,—dijeron los panaderos.
El jornalero empezó otra vez y dijo:—hipopótamo.—Los panaderos:—hipopótamo.—El jornalero:—jirafa.—Los panaderos:—jirafa.
—Otra vez el jornalero dijo con una sonrisa:—error.
Intentáronlo tres o cuatro veces. Después de la cuarta vez los panaderos pagaron el duro, pero preguntaron:
—¿Cuál ha sido nuestro error?
El jornalero dijo:—Nunca han pronunciado Vds. la tercera palabra. La tercera palabra fue cada vez: error. Por eso Vds. han perdido la apuesta.
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