Tanto acosaban las Pulgas,
una noche, a un pobre Viejo,
qne ni un rato le dejaban
gozar de tranquilo sueño.
Lleno de rabia, el anciano
hace alguaciles sus dedos;
los que hurgando en almohadas,
entre sábanas y cuerpo,
buscan Pulgas y Pulgones
y los juzgan como a reos
de inaudito viejicidio,
que estiman cual sacrilegio.
Tuvo el Viejo la fortuna
de atrapar, en su pescuezo,
unas Pulgas, y al instante
les dió muerte sin remedio;
y pensando que tal acto
era cosa de provecho,
acostóse, deseando,
obtener calma y sosiego.
A poco rato, una Pulga
le molesta; después vienen
con sus duros aguijones
a molestarlo otras ciento.
El, en verdad, procuraba
aplastarlas desde luego,
pero las que no morían,
no cesaban en su empeño
de.acribillar por doquiera
las carnes del pobre Viejo.
Cuando éste a matar llegaba
algún miserable, insecto,
se daba la enhorabuena
esperando dormir quieto . .
Todo en vano: pues al punto,
muchos enemigos nuevos
hacíanlo estar en vela
y en constante movimiento;
hasta que al fin, enfadado,
aburrido, sin sosiego,
en tono iracundo dijo:
¡Oh diablos de animalejos!
Es inútil que presunla
gozar de tranquilo sueño,
pues aunque mate mil Pulgas,
vienen otras mil de nuevo.
No hay más, sino conformarme
con lo que me ofrece el tiempo;
pues que las penas, al hombre
siguen cual la sombra al cuerpo.
y si la suerte nos libra
de una, diez, cuarenta o ciento,
nos quedan a retaguardia
lo menos millón y medio.
De este anciano debiera
tonlar consejo,
todo aquel que en sus cuitas
no halla consuelo. |