Si quieres perfumar mis poesías,
Deja el libro de versos en tu falda
Y entre tus manos blancas
Estudia los misterios de las mías.

Déjalas palpitar sobre las sedas
De tu regazo tibio y aromoso;
Son alas de poemas
Posadas sobre mi lirio tembloroso.

Son errantes alondras
Que tienen el olor de ardientes climas
Y la inquietud acerba de las olas
Y el dulzor cristalino de las cimas.

Sus perfiles severos
Sólo en las nobles lides han triunfado,
Pues cuando requirieron los aceros
Sangre de plebe vil no derramaron.

¡Siéntelas bien! Si tiemblan al rozarte
No lo hacen por medrosas,
Que sí de unción ante el prodigio de arte
Que anuncia la fragancia de tus formas.

Mira en las venas hondas
Cómo tiemblan los ritmos siderales
Al lado de las sierpes que emponzoñan
De sensualismo vil los ideales.

Ese compás que sientes en mi pulso
Es el del pensamiento,
Es la marcha fatal hacia el sepulcro.
Es de la eternidad el paso lento.

Tantos versos escritos,
Y algunas margaritas deshojadas,
Han dejado temblor indefinido
En estas dos alondras asustadas.

En sus venas verás redes de ensueños
Y de idilios ya rotas las raíces,
Verás los fatuos fuegos
Del amor en románticos países.

Su palidez dorada
Tiene livor de trasnochados lirios,
Lilas de amaneceres, y miradas
Ciegas ¡ay! bajo el oro de los cirios.

Mírales bien las líneas del destino:
Amor, amistad, versos:
Besar uvas y labios, y mi vino
Exprimir a la sombra de mis muertos;

Tocar pieles de perros y de frutas.
De rosas, de racimos,
Y en la paz azulada de mis grutas
Copiar horas intensas en mis libros.

Guardan olor de encajes, de jardines.
De cabelleras y armoniosos flancos.
Guardan hasta matices
De auroras tibias sobre senos blancos.

De Londres, de París, del mundo todo
Guardan perfumes y sedeños tactos
Estos dedos de lodo.
Hoy tuyos.. . y después de los gusanos;

Hoy tuyos y orgullosos de tu aroma
Que es el aroma de las flores nuestras.
Tuyos y sin temor a la carcoma
De las patrias florestas.

Mas, sobre todo, de mi madre guardan,
Y por siempre jamás, mientras que en ellas
Mi vida vibre y arda:
Parpadeos de místicas estrellas...

Mientras tanto.. . deliran ya febriles
Mis manos en tu falda,
Y ven besos de amor en tus rubíes
Y campos de niñez en tu esmeralda;

Y ven en los orientes de tus perlas
Y tus ópalos raros.
Jardines donde joyas y poemas
Se irisan con el fuego de las venas
Que azulean tus mármoles preclaros.

EDUARDO TALERO 1917

Caras y caretas (Buenos Aires). 22-12-1917, n.º 1.003