Apeóse un médico a hablar
a otro médico
a la puerta de un enfermo
que él venía a visitar
de una postema o flemón
que en la garganta tenía,
y sobre cómo vivía
trabaron conversación,
y para hablar sin trabajo
la mula al portal envía:
es a saber que vivía
el enfermo en cuarto bajo.
La mula con desenfado,
con gualdrapa y ornamento,
se fue entrando al aposento
adonde estaba acostado.
El enfermo, que sintió
herraduras, con dolor
dijo: —Aqueste es el doctor.
Sacó el pulso, y no miró.
La mula, que miró el brazo
sin saber sus accidentes,
tomó el pulso con los dientes
con grande desembarazo.
El volvió el rostro con tema
y salió a echarla en camisa,
pero dióle tanta risa
que reventó la postema.
El médico que la vio,
para que el mozo la agarre
le dijo a la mula: —¡Arre!
Y él dijo al médico: —¡Jo!
Señor doctor, yo he quedado
absorto del caso y mudo;
la postema, que él no pudo,
su mula me ha reventado;
y si esto otra vez me pasa,
aunque el caso me atribula,
envíeme acá su mula
y quédese usted en casa.
(También la afrenta es veneno, jornada 3ª) |