Noche. Este viento vagabundo lleva
 Las alas ateridas 
 Y heladas. 
 El gran Andes 
 Yergue al inmenso azul su blanca cima. 
 La nieve cae en copos, 
 Sus rosas trasparentes cristaliza;
 En la ciudad, los delicados hombros 
 Y gargantas se abrigan; 
 Ruedan y van los coches, 
 Suenan alegres pianos, el gas brilla; 
 Y, si no hay un fogón que le caliente, 
 El que es pobre tirita.
***
Yo estoy con mis radiantes ilusiones 
 Y mis nostalgias íntimas,
 Junto a la chimenea, 
 Bien harta de tizones que crepitan;
 Y me pongo a pensar: ¡Oh, si estuviese 
 Ella, la de mis ansias infinitas, 
 La de mis sueños locos, 
 Y mis azules noches pensativas! 
¡Cómo! Mirad: De la apacible estancia 
 En la extensión tranquila, 
 Vertería la lámpara reflejos 
 De luces opalinas. 
 Dentro, el amor que abrasa; 
 Fuera, la noche fría, 
 El golpe de la lluvia en los cristales, 
 Y el vendedor que grita 
 Su monótona y triste melopea 
 A las glaciales brisas; 
 Dentro, la ronda de mis mil delirios, 
 Las canciones de notas cristalinas, 
 Unas manos que toquen mis cabellos, 
 Un aliento que roce mis mejillas, 
 Un perfume de amor, mil conmociones, 
 Mil ardientes caricias; 
 Ella y yo: los dos juntos, los dos solos, 
 La amada y el amado, ¡Oh, Poesía! 
 Los besos de sus labios. 
 La música triunfante de mis rimas, 
 Y en la negra y cercana chimenea 
 El tuero brillador que estalla en chispas.
***
¡Oh! ¡Bien haya el brasero
 Lleno de pedrería! 
 Topacios y carbunclos, 
 Rubíes y amatistas 
 En la ancha copa etrusca 
 Repleta de ceniza. 
 iLos lechos abrigados, 
 Las almohadas mullidas, 
 Las pieles de Astrakán, los besos cálidos 
 Que dan las bocas húmedas y tibias! 
 ¡Oh, viejo invierno, salve! 
 Puesto que traes con las nieves frígidas 
 El amor embriagante 
 Y el vino del placer en tu mochila.
***
Sí, estaría a mi lado, 
 Dándome sus sonrisas, 
 Ella, la que hace falta a mis estrofas, 
 Esa que mi cerebro se imagina; 
 La que, si estoy en sueños. 
 Se acerca y me visita; 
 Ella que, hermosa, tiene 
 Una carne ideal, grandes pupilas, 
 Algo del mármol, blanca luz de estrella; 
 Nerviosa, sensitiva, 
 Muestra el cuello gentil y delicado 
 De las Hebes antiguas, 
 Bellos gestos de diosa, 
 Tersos brazos de ninfa, 
 Lustrosa cabellera 
 En la nuca encrespada y recogida, 
 Y ojeras que denuncian 
 Ansias profundas y pasiones vivas. 
¡Ah, por verla encarnada, 
 Por gozar sus caricias, 
 Por sentir en mis labios 
 Los besos de su amor, diera la vida! 
 Entretanto, hace frío. 
 Yo contemplo las llamas que se agitan, 
 Cantando alegres con sus lenguas de oro, 
 Móviles, caprichosas e intranquilas, 
 En la negra y cercana chimenea 
 Do el tuero brillador estalla en chispas.
***
Luego pienso en el coro 
 De las alegres liras, 
 En la copa labrada el vino negro, 
 La copa hirviente, cuyos bordes brillan 
 Con iris temblorosos y cambiantes 
 Como un collar de prismas; 
 El vino negro que la sangre enciende 
 Y pone el corazón con alegría, 
 Y hace escribir a los poetas locos 
 Sonetos áureos y flamantes silvas. 
 El Invierno es beodo. 
 Cuando soplan sus brisas, 
 Brotan las viejas cubas 
 La sangre de las viñas. 
 Sí, yo pintara su cabeza cana 
 Con corona de pámpanos ceñida. 
 El Invierno es galeoto, 
 Porque en las noches frías 
 Paolo besa a Francesca 
 En la boca encendida, 
 Mientras su sangre como fuego corre 
 Y el corazón ardiendo le palpita, 
 iOh, crudo Invierno, salve; 
 Puesto que traes con las nieves frígidas 
 El amor embriagante 
 Y el vino del placer en tu mochila!
***
Ardor adolescente, 
 Miradas y caricias, 
 ¡Cómo estaría trémula en mis brazos 
 La dulce amada mía, 
 Dándome con sus ojos luz sagrada, 
 Con su aroma de flor, savia divina! 
 En la alcoba la lámpara 
 Derramando sus luces opalinas; 
 Oyéndose tan sólo 
 Suspiros, ecos, risas. 
 El ruido de los besos. 
 La música triunfante de mis rimas, 
 Y en la negra y cercana chimenea 
 El tuero brillador que estalla en chispas, 
 iDentro, el amor que abrasa; 
 Fuera, la noche fría!
Publicado en "La España moderna" (Revista Ibero-Americana) Julio 1890