Gritó la liebre al gallo :
—Anda, medroso.
—Como el Cid —dijo el dueño del serrallo ;
mas, viendo no muy lejos a un raposo,
hizo una acción que por medrosa callo.
—Ten —la liebre exclamó—, gran Cid, reposo.
—Pues ¿acaso esto es miedo? —siguió el gallo.
Y al ver que se subía a un parapeto:
—No —le dijo la liebre—, eso es respeto.