AlbaLearning - Audiolibros y Libros - Learn Spanish

| HOME | AUDIOLIBROS | AMOR | ERÓTICA | HUMOR | INFANTIL | MISTERIO | POESÍA | NO FICCIÓN | BILINGUAL | VIDEOLIBROS | NOVEDADES |

Alberto Leduc en AlbaLearning

Alberto Leduc

"La navidad de un sastre"

Para mamá en el cielo: Cuentos de navidad

Biografía de Alberto Leduc en Wikipedia

 
 
[ Descargar archivo mp3 ]
 
 
La navidad de un sastre
OBRAS DEL AUTOR

Para mamá en el cielo: Cuentos de navidad

¡Allá...!
Costumbres mexicanas. Posadas y navidad
La navidad de un sastre
La nochebuena a bordo
Los tres reyes
No sleeping-car
Para mamá en el cielo
Sideral

ESCRITORES MEXICANOS

Alberto Leduc
Alfonso Reyes
Alvaro Mutis
Amado Nervo
Amparo Dávila
ángel de Campo (Micrós)
Augusto Monterroso
Carlos Díaz Dufóo
Carlos Fuentes
Ciro Bernal Ceballos
Efrén Hernández
Efrén Rebolledo
Fernández de Lizardi
Francisco Sosa
Ignacio Manuel Altamirano
Isidro Fabela Alfaro
José Emilio Pacheco
Jose Juan Tablada
Jose Vasconcelos
Juan José Arreola
Juan Ruiz de Alarcón
Juan Rulfo
Justino Fabela Alfaro
Justo Sierra Méndez
Luis Gonzaga Urbina
Manuel Acuña
Manuel Gutiérrez Nájera
Octavio Paz
Rafael Delgado
Ramón López Velarde
René Avilés Fabila
Rosario Castellanos
Sergio Galindo Márquez
Salvador Elizondo
Sor Juana Inés de la Cruz

 

LE PUEDE INTERESAR
Cuentos de Amor
Cuentos de Navidad
Misterio y Terror
Prensa y Revistas
Humor y Sátira
 

AL SR. LIC. ENRIQUE PÉREZ RUBIO.

L’hiver, ce vieux fiancé Des phtisiques....!

J. Richepin. — Chanson des gueux.

 

— Nous ferons notre réveillon ensemble, veux-tu?— me preguntó Mr. Longrois un 20 de Diciembre al despedirse de mí en el muelle de Canal-Street.

Faire le réveillon ensemble, quiere decir cenar juntos la Nochebuena, y esto era lo que Mr. Longrois me preguntaba aquella tarde del 20 de Diciembre, que yo volvía a bordo de un cañonero mexicano, anclado en el Missippí y que él regresaba a su almacén de ropa hecha, situado en una calle adyacente a Splanade Street.

Hacía veinticinco años que Mr. Longrois habitaba en Nueva Orleans; había nacido en México, era de origen francés. Su padre, un normando industrial, le envió a educarse a Rouen y a su muerte, Mr. Longrois volvió a la capital de esta República; pero muy pronto, los asuntos de herencia le hicieron regresar a Francia. Después de una larga estancia en Rouen, estuvo en París, donde contrajo matrimonio con una perfumista rubia llamada Henrriette.

Estos eran todos los antecedentes que un amigo indiscreto de Mr. Longrois me había dado referentes a él.

Yo le conocí accidentalmente en un café cantante; me oyó hablar español, oyó que mis compañeros me daban un nombre francés y desde entonces las tardes de francos, siempre que la marinería del cañonero mexicano anclado en el Mississippí se dispersaba por las calles de la capital de la Luisiana, Mr. Longrois me buscaba para que yo le diera informes y periódicos de México. En cambio, él me hacía descripciones detalladas de París y de Rouen, esa ciudad de Norman día, en donde nació aquel que me dió su nombre.

* * *

Durante el invierno, no siempre está el cielo de Nueva Orleans tan espléndidamente azul, como el que cubre todo el magnífico valle mexicano, y aquel 24 de Diciembre, el humo de las fábricas y de los ferrys y el color plomizo del firmamento, daban un tinte de infinita tristeza crepuscular a la ciudad que riega el Mississipí.

Mr. Longrois ocupaba en Splanade-Street, una casita cercada por un jardín con verja de hierro, una casita aislada, coquetísima y confortable, una de esas casitas que sueñan todos los artistas, y que al decir de Daudet, sólo realizan los tenderos y los sastres.

Una negra vieja cocinaba y se encargaba de mantener el confort de aquella mansión. La Nochebuena aquella, hubo dos cubiertos en la mesa del comedor, y después de la cena, la vieja trajo dos vasos y una ponchera de baccarat, de donde se escapaban llamaradas fosfóricas que hacían más relumbrantes las pupilas de la negra. Después del primer vaso de ponche, Mr. Longrois suspiró, y fijando sus ojos en el vacío, murmuró como si hablara solo:

— Hoy hace justamente veinte años

— ¿Veinte años de qué? le pregunté.

— De aquella Nochebuena trágica, contestó. Y como si todos sus recuerdos evocados vinieran a desfilar frente a las llamaradas intermitentes que salían de la ponchera, Mr. Longrois, recargando la barba entre ambas manos, se puso a relatarme el drama de su existencia.

— Hace veinte años, me dijo, estaba yo en México. Hacía cuatro que me había divorciado de Enriqueta; supe que era adúltera y ahogué mi pasión para rehabilitar mi honor. Aquella Nochebuena me salí de un baile a las tres de la madrugada, sin haber conseguido calentar con alcohol y con bullicio mi alma helada, glacial como la no he que envolvía la ciudad donde usted nació. Recordé al encontrarme en la calle todas mis navidades pasadas: las de niño, en mi hogar; las de joven, en París o en Rouen; por último, las cuatro navidades que pasé casado. Esas habían sido las más bellas, a no dudarlo. Las peores, las más vacías de recuerdos, eran las de viudo voluntario; las pasadas en el café, en el billar, en el círculo, o en algún salón bebiendo y galanteando...

Recordaba mis navidades tristemente, envidiando a los trasnochadores ebrios que cantaban al son de sus guitarras, cuando la tos de una mujer que venía tras de mí, me hizo detemerme. Venía cubierta con un largo mantón y tenía la cabeza envuelta hasta los ojos. Solo se podía saber que tenía buen talle y relampagueantes pupilas; yo también iba abrigado casi hasta la frente.

Olvidé mis tristezas, hice a un lado mis estúpidos recuerdos e invité a la noctámbula a visitar mi habitación de soltero.

Durante el trayecto, mi acompañante tosió mucho; tosía angustiosa, secamente, con desesperado esfuerzo. A veces se fatigaba y nos deteníamos para que descansara.

— ¿Estás enferma? le pregunté.

— Mucho, contestó; muy enferma.

LLegamos a mi habitación, se quitó el mantón, se descubrió el rostro y yo sentí quedarme petrificado.

— ¡Enriqueta! grité. ¡Miserable, miserable, miserable! Y tres veces le escupí el adjetivo soez con que se nombra a las que venden sus caricias.

Enriqueta apenas se inmutó; estaba lívida, seguía tosiendo y sus ojos brillantísimos, hundidos en las cuencas de su cadavérica faz, relampagueaban.

— Perdón, murmuró cuando dejó de toser, perdóname... perdón.

La vi tan bella, que olvidé todo y me acerqué a besarla.

— Perdóname, repitió, ¿me perdonas?

Sus pupilas se empaparon y yo acerqué mis labios a sus ojos; pero la tos no la dejaba hablar.

— Estás muy enferma, dije. — Mucho, contestó. — Y sobre sus labios pálidos se dibujó una sonrisa melancólica.

Luego, mientras yo intentaba abrigarle el pecho, vi que los ojos parecían saltársele, que las mejillas se le manchaban de tintes violáceos y los labios con sangre, y me pareció oírla hablar; pero adiviné que su voz se extinguía.

Intentó levantarse del sillón en que estaba sentada, cruzó sus brazos en derredor de mi cuello, se puso en pie y una oleada de sangre que arrojó por la boca le arrebató la existencia.

***

Mr. Longrois se cubrió los ojos para que no viera yo sus lágrimas; pero a los fosforescentes reflejos que salían en llamaradas de la ponchera, me quedé contemplando aquel viejo soñador, que todavía sollozaba al recordar sus ilusiones deshojadas, y sentí envidia al mirar que después de veinte navidades, aún tenía llanto aquel amador envejecido, cuando el recuerdo de la amada muerta venía a turbarle los sentidos.

Inicio
     
 

Índice del Autor

Cuentos de Navidad

 
 
 

¡Nuevos cada día!

NOvedades en AlbaLearning - Nuevos audiolibros cada día


De actualidad
Cuentos de Navidad *
Misterio y terror *
Literatura erótica para adultos. Guentos galantes. *
Cuentos de amor y desamor para San Valentín *
Colección de Poemas *

Fábulas *
Biografías Breves *
Pensamientos, Máximas y Aforismos *
Especiales
Santa Teresa de Jesús
Cervantes
Shakespeare
Rubén Darío
Emilia Pardo Bazán
Federico García Lorca
Julia de Asensi
Carmen de Burgos
 
Especial
"Los huesos del abuelo" de Carmen de Burgos
"D. Jeckill y Mr Hyde" de R. Louis Stevenson
"El diablo desinteresado" de Amado Nervo
"La casa de Bernarda Alba" de F. García Lorca
AUTORES RECOMENDADOS
Don Quijote - Novelas Ejemplares - Auidiolibro y Libro Gratis en AlbaLearning William Shakespeare - IV Centenario - Audiolibro y Libro Gratis en AlbaLearning Especial de Rubén Darío en AlbaLearning - Centenario Especial Amado Nervo Especial de Emilia Pardo Bazán en AlbaLearning - Centenario Federico García Lorca Carmen de Burgos (Colombine) - Audiolibros y Libros Gratis en AlbaLearning
 
ESPECIALES
Esta web utiliza cookies para poder darles una mejor atención y servicio. Si continúa navegando consideramos que acepta su uso.

¿Cómo descargar los audiolibros?

Síganos en:

Síganos en Facebook - Síganos en Twitter - Síganos en Youtube

Deje un mensaje:

Guestbook (Deje su mensaje - Leave your message) Guest-book

©2021 AlbaLearning (All rights reserved)