Nota Introductoria:
La siguiente narración particular, o registro o impresión, fue descubierta bajo circunstancias tan extraordinarias que merecen una descripción cuidadosa. En la noche del miércoles 27 de Agosto de 1913, cerca de las ocho y media, el pueblo de la pequeña población de Potowonket, Maine, EE.UU., fue despertado por unos terribles truenos, acompañados por enceguecedores relámpagos; las personas que vivían cerca de la costa pudieron ver una gigantesca bola de fuego cayendo en el mar, provocando una prodigiosa columna de agua. Al siguiente domingo, una partida de pescadores compuesta por John Richmond, Peter B. Carr y Simon Canfield, atraparon en su red barredera un objeto metálico masivo, que pesaba 360 libras y parecía (según el Sr. Canfield) como una pieza de chatarra. La mayoría de los habitantes concordaron que este pesado cuerpo no era otro que la bola de fuego que había caído del cielo cuatro días antes; y el Dr. Richard M. Jones, la autoridad científica local, declaró que debía ser un aerolito o una piedra meteórica. Luego de descascar algunos trozos, para enviarlos a un experto en Boston para su posterior análisis, el Dr. Jones descubrió incrustado en el interior del objeto semimetálico, el extraño libro que contenía el acontecimiento que se procede a narrar, el cual aún está en su posesión.
Introductory note:
The following very singular narrative or record of impressions was discovered under circumstances so extraordinary that they deserve careful description. On the evening of Wednesday, August 27, 1913, at about 8:30 o'clock, the population of the small seaside village of Potowonket, Maine, U.S.A., was aroused by a thunderous report accompanied by a blinding flash; and persons near the shore beheld a mammoth ball of fire dart from the heavens into the sea but a short distance out, sending up a prodigious column of water. The following Sunday a fishing party composed of John Richmond, Peter B. Carr, and Simon Canfield caught in their trawl and dragged ashore a mass of metallic rock, weighing 360 pounds, and looking (as Mr. Canfield said) like a piece of slag. Most of the inhabitants agreed that this heavy body was none other than the fireball which had fallen from the sky four days before; and Dr. Richmond M. Jones, the local scientific authority, allowed that it must be an aerolite or meteoric stone. In chipping off specimens to send to an expert Boston analyst, Dr. Jones discovered imbedded in the semi-metallic mass the strange book containing the ensuing tale, which is still in his possession.