-Sí -dijo Pescud-, pero esta clase de historias de amor lo que son es un rango infame. Sé algo de literatura, aunque esté en el negocio del vidrio cilindrado. Este tipo de libros son una farsa, y, sin embargo, nunca me monto en un tren sin empaparme de alguno de ellos. No puede salir nada bueno de una alianza internacional entre la aristocracia del Viejo Continente y un recio norteamericano de los nuestros. Cuando la gente se casa en la vida real, suele escoger casi siempre a alguien de su misma clase. Un hombre elige por lo general a una muchacha que ha ido al mismo colegio que él y pertenecido al mismo club de canto. Cuando los jóvenes millonarios se enamoran, siempre seleccionan a la corista a quien le gusta la misma salsa que a él en la langosta. Los corresponsales de los periódicos de Washington se casan siempre con viudas diez años mayores que ellos y que regentan una pensión. No, señor, no puedo dar crédito a una novela en la que uno de los brillantes jóvenes de C. D. Gibson se marcha al extranjero y pone los reinos patas arriba sólo porque es un Taft norteamericano y ha seguido un cursillo de gimnasia. ¡Y además hay que ver cómo hablan! ¡Escucha!
"Yes," said Pescud, "but these kind of love-stories are rank--on the level. I know something about literature, even if I am in plate- glass. These kind of books are wrong, and yet I never go into a train but what they pile 'em up on me. No good can come out of an international clinch between the Old-World aristocracy and one of us fresh Americans. When people in real life marry, they generally hunt up somebody in their own station. A fellow usually picks out a girl that went to the same high-school and belonged to the same singing- society that he did. When young millionaires fall in love, they always select the chorus-girl that likes the same kind of sauce on the lobster that he does. Washington newspaper correspondents always many widow ladies ten years older than themselves who keep boarding-houses. No, sir, you can't make a novel sound right to me when it makes one of C. D. Gibson's bright young men go abroad and turn kingdoms upside down just because he's a Taft American aud took a course at a gymnasium. And listen how they talk, too!"