Soy una mujer desnuda. 

Desnuda, sí; pero como soy perfecta de líneas debéis mirarme como a una estatua: sin lujuria. 

Mas no toméis esto al pie de la letra porque podéis herir mi amor propio. 

Vamos, os permito un poquito de lujuria. 

¡Cómo me gusta sentir que las olas abrazan mi cuerpo! 

No hay hombres tan delicados. 

— Esta playa no me gusta 

— ¿Quiere Ud. que la enseñe a nadar? 

El verano es una irrupción de brotes. Es la realidad absoluta. 

Mirad cómo responde dejando caer sus frutas. 

¡No olvidemos que, por él, se descubrió la ley de la gravitación universal! 

¡Oh Verano, eres hermoso y sin que tú lo sepas estás haciendo cuadritos constantemente! 

Muchachita romántica que lee versos románticos sentada en una roca y mira de cuando en cuando las lejanías del mar. 

Una pareja que vuelve de los cerros. 

Ojos de niños que miran codiciosos a los árboles en la actitud de pedir. 

— Hija mía, sécate la boca que la tienes llena de jugo de duraznos. 

Soy una mujer desnuda. 

— Pero ¿no es Ud. masculino? 

— De sobrenombre ¿no siente mi calor? ¿no ve que doy seres de mi ser? 

— ¡Ah! 

El silbido de los trenes llena toda esta estación!