Soy una campesina loca que se llena de flores la falda y la cabeza.
Soy una muchacha campesina de senos pródigos y cara aduraznada.
Los pájaros y los niños cantan jugando en el jardín.
— Abrid bien las ventanas para que las piezas se inunden de perfume.
— Ya durmió su siesta la abuelita, sacadla en su silla de ruedas para que tome el sol.
El surtidor canta largo y monótono como si le hubieran dado cuerda y los niños se mojan la cabeza y la cara en sus chorritos de agua.
— Mira, mira, el agua que salta al sol se pone sonrosada y viéndola de este lado toma colores de arco iris.
La Primavera jura y sostiene rotundamente que no puede haber ningún tiempo en que los árboles estén pelados.
Parece un sabio.
Primavera, época de milagro.
Hija mía, ¿sientes el ruido de las abejas que se van por un invisible camino de perfume hacia las flores?
Soy una campesina loca que se pinta de flores y se ofrece a la labor de las abejas. Y los niños miran los árboles llenos de promesas y sonríen.
Soy una muchacha campesina de senos pródigos y cara aduraznada.
Soy una enorme sonrisa de flores.
¡Y el corazón de los niños sonríe pensando en los juguetes de la Pascua!