M. A. Príncipe
A un Carnero... ¡pobrecillo!
Un Carnicero cogió;
Pero él se le escabulló.
Viendo en su mano el cuchillo
Gritole el cortante: «pillo!»;
Y al oír tal grito dar,
«¿Qué es eso?» dije al pasar.
— «¡Nada! exclamó el Carnicero:
Este pícaro Carnero,
Que no se deja matar.»
Ante el vil Opresor, ente maldito,
No dejarse oprimir, es un delito.