Diógenes, cuando veía
 su fin cercano, mandó
 no enterrarse; replicó
 un su amigo que sería
 pasto su cuerpo de fieras.
 El dijo: —Un palo tendré
 con que me defenderé.
 —Pues dime: ¿No consideras
 —su amigo le replicó —
 que muerto, ni sentirás
 -ni defenderte podrás?
 Y el sabio le respondió:
 —Luego son tus miedos vanos;
 que si he de estar sin sentido,
 ¿qué importa más ser comido
 de fieras que de gusanos?
{Hazañas del Marqués de Cañete, acto 2.°)