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Fernández de Lizardi

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La gata y la mona

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Involuntariamente
quebró un va o una Gata
por coger una Rata
en la que al fin logró poner el diente.

Con ella, retozaba
descuidada y contenta.
sin advertir que, atenta,
una insolente Mona la miraba;
y altiva, y orgullosa
y airada, le decía:
-¿Hacer tal fechoría
y ponerse a jugar? ¡Valiente cosa!

¡Que morirás sospecho!
y si yo aquí mandara,
al punto te ahorcara,
pues causas males sin dejar provecho.

Tienes muy torpe el paso,
la vista oscurecida,
y eres tan aturdida
que al pillar un ratón, rompes un vaso.
.
En fin, eres tan mala,
que si mi Gata fueras,
muy pronto perecieras,
o al menos te mandara a noramala.

-Pues si es usted tan diestra,
responde enardecida
la Gata, ¡por su vida!
farorézcame, siendo mi maestra!

Porque... o yo estoy demente,
o quien tanto murmura
estara muy segura
de cazar los ratones diestrarnente.

Con burlesco tonillo,
replicó la Monita:
-¿ Tanto senecesita,
necia, para coger un ratoncillo?

-No, no tanto, señora,
le responde la Gata ...
¡Ay! ... se me fue la rata
por un descuido; píllemela ahora.

No es difícil hacerlo,
pues va la Rata herida,
no encuentra su guarida
y será prisionera sin quererlo.

La Mona, atolondrada,
corriendo con torpeza,
se rompió la cabeza
por coger a la rata, y no hizo nada.

La Gata:- ¡Quien diría,
clamó, que una maestra,
siendo tan poco diestra,
a censurarme tanto llegaría!

¡Oh Gata socarrona! ,
alabo tu descoco.
Criticar cuesta poco,
pero hacer ... ? eso si, como la Mona.

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