A cierto Mulo decía
una Mula en el establo:
¡Suerte negra! ¿Por qué el Diablo
aquí me conduciría?
¡Quiero morirme, y que no
me unzan otra vez contigo!
A ti y a mí yo malldigo
y al amo que nos compró.
Grandes fardos, aun de noche,
puedo llevar por doquiera.
¡Ojalá tan fácil fuera
para nlí, tirar del coche!
Por el auriga azotada
tengo que morir a fe,
pero nunca arrastraré
una broma tan pesada.
-Escucha, tonta, un consejo,
le dice el Macho a la Mula:
Ahora calla v disimula
por el bien de tu pellejo.
Te parece muy pesado
el coche, porque hacia atrás
con mucha frecuencia vas,
o si no, te haces de lado.
Para que.esto no suceda,
estiremos juntamente;
de ese modo, fácilmente
toda la máquina rueda.
Hagamos ambos un tiro,
y desde luego verás
que es fácil, y tirarás
sin exhalar un suspiro.
Lo hizo la Mula, y sintió
que sin gran pena arrastraba
lo que antes tanto pesaba
y nunca tirar creyó.
***
Casados hay que al Demonio,
como la Mula; se dan;
y a cada momento están
maldiciendo el matrimónio.
¡Si en sus penas y quebrantos
las voluntades unieran,
carga muy leve tuvieran,
y no les pesara tanto.