Si en la negra noche pasa
rugiendo, la tempestad,
dolida de antigüedad
tiembla y se queja tu casa.
Los postigos mal cerrados
dan un extraño lamento
y un raro estremecimiento
recorre los cortinados.
Del despintado artesón,
se desprende una moldura...
diente de una dentadura
se hace polvo en un rincón.
La araña de cristal cuenta,
con la voz de sus caireles,
toda tintineante de eles,
historias del año treinta.
Y ese ruido misterioso,
— cristalina crispatura —
es que avanza la rotura
del gran espejo verdoso.
Tu oído infantil no advierte
estos signos de pavor
y dices: — Pasa el amor...
Y está pasando la muerte.
Caras y caretas (Buenos Aires). 22-12-1917, n.º 1.003