25. El castigo de la gula
Antoñito había tenido el defecto de ser goloso, y su padre le corrigió de él.
Le dio un día varias monedas para que comprara dulces. El niño comió demasiados; enseguida se sintió mal con dolor de vientre, y llorando a gritos decía:
-¡Ay, madre, que me muero!
Pero con una purga que le dio su madre se curó de aquella indigestión, y también de su excesiva afición a los dulces.