22. La envidia
Antoñito no es envidioso. Si oye decir que otro niño es inteligente o bueno, se alegra. Él querría que todos los niños fueran buenos y que todos estuvieran contentos.
El niño envidioso no está nunca alegre: le gustaría que todos estuvieran tristes, que todos fueran feos, tontos y que no tuvieran juguetes.
Niños, sed como Antoñito; estudiad mucho para que os llamen buenos, y alegraos de que vuestros compañeros también lo sean.