8. El premio de una buena acción
El criado no tardó mucho en estar de vuelta, y dijo quiénes eran Antoñito y sus padres.
El marido de aquella buena mujer fue enseguida a ver al padre de Antoñito; le encargó varias carretas, yugos y arados, y contó al padre de Antoñito el suceso de aquella tarde. Además, el caballero cubrió de besos al niño.
Así quedó premiado Antoñito, que llevó la tranquilidad y la dicha a su casa.