Cómo debemos llamar a Dios y bendecirle en el tiempo de la tribulación.
1. Sea tu nombre, Señor, por siempre bendito, que quisiste viniese sobre ml esta tentación y tribulación.
No puedo huirla, y necesito recurrir a Ti para que me ayudes y la conviertas en mi provecho.
Señor, me hallo atribulado, y mi corazón no tiene sosiego; sino que me atormenta sobre manera esta pasión.
¿Qué diré ahora, Padre amado? Rodeado estoy de angustias: sálvame en esta hora.
He llegado a este trance para que seas Tu glorificado, estando yo muy humillado, y siendo socorrido por Ti.
Dígnate, Señor, librarme, porque yo, pobre, ¿qué puedo hacer, y adonde iré sin Ti?
Dame paciencia, Señor, también por esta vez. Ayúdame, Dios mío, y no temeré por más atribulado que me halle.
2. Y en medio de esta pena, ¿qué diré ahora? Señor, hágase tu voluntad; bien merecido tengo ser afligido y mortificado.
Aun me conviene sufrir, ¡y ojala sea con paciencia!, hasta que pase la tempestad y suceda la bonanza.
Pues poderosa es tu mano omnipotente para quitar de mí esta tentación y mitigar su violencia para que del todo no caiga; así como ya lo has hecho muchas veces conmigo, Dios mío, misericordia mía.
Y cuanto es más difícil para mí, tanto es más fácil para Ti esta mudanza de la diestra del Altísimo.