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Tomás de Kempis

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Imitación de Cristo - Libro I

Capítulo 2

25 Capítulos

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Del bajo aprecio de sí mismo.

1. Todos los hombres, naturalmente, desean saber; mas ¿qué aprovecha la ciencia sin el temor de Dios?

En verdad, mejor es el rústico humilde que sirve a Dios, que el soberbio filosofo que, olvidado del conocimiento de si mismo, considera el curso de los astros.

El que bien se conoce se tiene por vil, y no se deleita en las alabanzas humanas.

Si yo supiese cuanto hay en el mundo y no tuviese caridad, ¿qué me aprovecharía delante de Dios, que me juzgará según mis obras?

2. Refrena el deseo inmoderado de saber, porque acarrea gran engaño y disipación.

Los eruditos gustan de ser considerados y tenidos por sabios.

Muchas cosas hay que poco o nada aprovecha al alma saberlas.

Y es por cierto muy necio el que en otras cosas entiende, y no en las que tocan a su salvación.

Las muchas palabras no hartan al alma; mas una vida santa le da refrigerio, y una conciencia pura le inspira gran confianza en Dios.

3. Cuanto más y mejor entiendas, con tanto mas rigor serás juzgado si no vivieres santamente.

No te envanezcas, pues, por arte o ciencia alguna; antes bien, teme por el conocimiento que de ellas se te ha dado.

Si te parece que sabes mucho y entiendes muy bien, ten por cierto que es mucho más lo que ignoras.

No quieras presumir de sabio; reconoce mas bien tu ignorancia. ¿Por qué te quieres tener en mas que otros, habiendo muchos más doctos y más versados en la ley que tú?

Si quieres aprender y saber algo con fruto, procura que nadie te conozca ni haga caso de ti.

4. El verdadero conocimiento y desprecio de sí mismo es la lección mas sublime y la mas útil.

Gran sabiduría y alta perfección es tenerse en nada a si mismo, y sentir siempre favorablemente de los demás.

Si vieres a alguno cometer públicamente algún pecado o caer en graves faltas, no te debes juzgar por mejor, porque no sabes cuánto podrás perseverar en el bien.

Todos somos frágiles, pero tú a nadie tengas por mas frágil que a ti mismo.

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