CAPÍTULO 8
El Verbo es el maestro bueno que nos habla
10. ¿Por qué esto, te suplico, Señor Dios mío? De algún modo lo veo, pero no sé cómo declararlo sino diciendo que todo lo que comienza a ser y deja de ser, entonces comienza y entonces acaba cuando en la razón eterna, en la que nada empieza ni acaba, se conoce que debió comenzar o debió acabar. Es el mismo Verbo o Palabra tuya, que es también Principio, porque nos habla. Así habla por la carne en el Evangelio, y así habló exteriormente a los oídos de los hombres, para que fuese creído, y se le buscase dentro, y se le hallase en la Verdad eterna, en donde el Maestro bueno y único enseña a todos los discípulos.
Allí oigo tu voz, Señor, que me dice que quien nos habla es quien nos enseña; pero el que no nos enseña, aunque hable, no nos habla a nosotros. ¿Y quién es el que nos enseña sino la Verdad que permanece? Porque hasta cuando somos amonestados por la criatura mudable, somos conducidos a la Verdad inmutable, donde verdaderamente aprendemos cuando estamos en su presencia y le oímos y nos gozamos con grande alegría por la voz del esposo, tornando allí de donde somos. Y es Principio, porque si no permaneciese cuando erramos, no tendríamos adónde volver. Pero cuando retornamos de nuestro error, ciertamente volvemos conociendo; pero para que conozcamos, él nos enseña, porque es Principio y nos habla.