Tu mirada, ansiosa y triste, quiere adivinar mi pensamiento.
También la luna quiere penetrar en el mar.
Conoces toda mi vida, pues nada te escondí. Por ello no sabes nada de mí:
Si mi vida fuera una gema, la rompería en cien pedazos y con ellos haría un collar que pondría en tu cuello.
Si mi vida fuese una simple flor, pequeña y suave, la arrancaría del tallo para colocarla en tu pelo.
Pero mi vida es un corazón, amada mía ¿y cuáles son sus límites?
No conoces las fronteras de este reino, a pesar de reinar en él.
Si mi corazón no fuera más que placer, florecería en una sonrisa feliz y lo comprenderías en un instante.
Si no fuera más que dolor, se derramaría en claras lágrimas y reflejaría en silencio su secreto.
Pero es amor, amada mía.
Su placer y su dolor son infinitos, su miseria y su riqueza son eternas.
Está tan cerca de ti como tú misma vida, pero nunca podrás conocerlo del todo.