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Evangélicas

Evangélicas 9

11 Capítulos

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1. — El hombre es un animal doméstico: civilizarse es domesticarse.

2. — El perro está organizado lo mismo que cualquier lobo, para devorar a las ovejas: cuando las repunta, las vigila y las defiende de su hermano el lobo, hace como el hombre; esto es: realiza una serie de actos contra natura.

3. — Cada acción humana tiene una historia interesantísima: es el resultado de una lucha incipiente entre la bestia que quiere ser bestia, porque es bestia, y la bestia que no quiere serlo.

4. — Durante los sesenta años de una existencia regular, es posible que no se haya sido hombre, verdaderamente hombre, absolutamente hombre, nada más que diez minutos.

5. — Vivir vida humana, en el sentido estricto de la palabra, es vivir una vida harto dolorosa; porque es vivir una vida de negación de los instintos fundamentales, de teatro constante, de referencia perpetua a un ideal que parece que está en nosotros; pero que no está en nosotros como los propósitos del jinete no están en su cabalgadura.

6. — Como sabe Novelli que él no es ni Hamlet ni Otelo, así sabemos todos que no somos lo que somos... ¡qué realidad tan espantosa!

7. — La mentira, lo que no es nada más que en apariencia, ha hecho al progreso, como lo que no hay de toro salvaje en el buey, hace los surcos..

8. — Los más hermosos tipos humanos sólo son sombras, sólo son agentes, sólo son mastines que no fueron lobos nada más que muy pocas veces.

9. — Más, muchísimo más ha realizado el hombre con su segunda naturaleza que con su naturaleza misma.

10. — Los prejuicios no son sino juicios definitivos cristalizados en la mente, a lo largo del tiempo, acumulaciones de humanidad; y, muchos de ellos, sentimientos tan necesarios a la conservación del individuo y a su equilibrio dentro de la sociedad, como los propios órganos físicos de relación.

11. — De manera que suprimirlos sin substituirlos, es tan estúpido como arrojar al fuego todas nuestras ropas, cuando no tenemos otras de repuesto.

12. — Arroja tus muletas cuando ya no las necesites, como lo hizo Sixto V.

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