Titulo - Autor
00:00 00:00

Tamaño de Fuente
Tipografía
Alineación

Velocidad de Reproducción
Reproducir siguiente automáticamente
Modo Noche
Volumen
Compartir
Favorito

16680

3891

2557

José Martí

Autor.aspx?id=304

Amistad funesta

Capítulo 3 - Sección 20

39 Capítulos

ObraVersion.aspx?id=2557

3890

3892

Hasta que una noche:

-No, Sol, no: quédate aquí.

-¿Ana, adónde vas? ¿Qué tienes, Ana? ¿Salir tú del cuarto a estas horas? ¡Ana! ¡Ana!

-Déjame, niña, déjame. Hoy, yo tengo fuerzas. Llévame hasta la mitad del corredor.

-¿Del corredor?

-Sí: voy al cuarto de Lucía.

-Pues bueno, yo te llevo.

-No, mi niña, no -se sentó un momento, con Sol a sus pies, le abrazó la cabeza, y la besó en la frente. Nada le dijo, porque nada debía decirle. Y se levantó, del brazo de ella.

-Es que sé lo que tiene triste a Lucía. Déjame ir. De ningún modo vayas. Es por el bien de todos.

Fue, tocó, entró.

-¡Ana!

Ana, casi lívida y tendiendo los brazos para no caer en tierra, estaba de pie, en la puerta del cuarto oscuro, vestida de blanco.

-Cierra, cierra.

Se habló mucho, se oyeron gemidos, como de un pecho que se vacía, se lloró mucho.

Allá a la madrugada, la puerta se abría, Lucía quería ir con Ana.

-No, no, quiero llevarte; ¿cómo has de ir sola si no puedes tenerte en pie? Sol estará despierta todavía. Yo quiero ver a Sol ahora mismo.

-¡Loca! ¡Hasta cuándo eres buena, loca! A Juan, sí, en cuanto lo veas mañana, que será delante de mí, bésale la mano a Juan. A Sol, que no sepa nunca lo que te ha pasado por la mente. Vamos: acompáñame hasta la mitad del corredor.

-¡Mi Ana, madrecita mía, mi madrecita!

Y lloró Lucía aquella mañana, como se llora cuando se es dichoso.

Audio.aspx?id=3891&c=0249B26537FEFB438C84E58DEA368005E33EA76F&f=170659

246

6 horas 22 minutos

18

0