30. Resurrección de Jesús
En las primeras horas del domingo. concluida ya la fiesta de los judíos. hubo una grande conmoción de tierra. al propio tiempo que un Ángel del Señor bajaba del cielo, echaba a rodar la piedra que cerraba el sepulcro y se quedaba sentado sobre la misma. Era su aspecto refulgente como el rayo, y sus vestidos eran más blancos que la nieve. Pasmáronse de tal modo los soldados que guardaban el sepulcro, que quedaron como muertos. Vueltos algún tanto en sí, aunque todavía muy aturdidos, huyeron, y como despavoridos fueron a contar al sumo sacerdote y a los fariseos todo lo que habían presenciado. Después de deliberar sobre el caso, los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo de Israel decidieron dar una crecida suma de dinero a los soldados, y añadiéronles este mandato: "Decid que mientras estabais durmiendo vinieron los discípulos de Jesús y robaron su cadáver. Y si esto llegare a oídos del presidente, nosotros le aplacaremos ,y os sacaremos a paz y a salvo". Tomaron ellos el dinero y procedieron conforme las instrucciones recibidas. El mismo día, muy de madrugada, María Magdalena fue al sepulcro y vio quitada de él la piedra. Sorprendida, echó a correr, y fue a encontrar a Simón Pedro y a Juan, y les dijo: "Han quitado al Señor del sepulcro; no sabemos dónde le han puesto". Salieron los dos discípulos y se dirigieron al sepulcro, corriendo a la par, pero Juan se adelantó a Pedro y llegó el primero. Inclinose, y vio los lienzos en el suelo; más no entró.