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Escenas de la vida de Jesús

29. Jesús en el sepulcro

30 Capítulos

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Satisfechos los judíos con tan horrendo crimen, suplicaron a Pilatos que se quebrasen las piernas a los crucificados y se les quitase de la cruz, para que los cuerpos no quedasen el sábado en el patíbulo, pues era aquel sábado un día solemne. Vinieron en efecto los soldados y quebraron las piernas a los dos ladrones que habían sido crucificados con Jesús; mas a Él no se las rompieron, porque le hallaron muerto. Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al punto salió sangre y agua. Después de esto, José de Arimatea, discípulo oculto del Señor, por temor a los judíos, rogó a Pilatos que le permitiese quitar el cuerpo de Jesús. Pilatos se lo permitió y fue a descolgar el santísimo cuerpo. Vino también Nicodemo, aquel que fue a visitar de noche a Jesús, y trajo como cien libras de una mixtura de áloe y mirra que preserva de la corrupción. Tomando el cuerpo de Jesús, le envolvieron el lienzo con aromas, así como los judíos acostumbran a enterrar. Cerca del lugar en que Jesús fue crucificado había un huerto, y en él un sepulcro nuevo, que aún no había servido. Allí, pues, pusieron al divino Salvador. A la entrada del sepulcro arrimaron una gran piedra y se fueron. Por otra parte, los príncipes de los sacerdotes y los fariseos tenían muy presente que Jesús había anunciado su resurrección, y temerosos de ser víctimas de alguna ardid hábilmente ejecutado por los discípulos de Jesús, fueron al sepulcro, los sellaron, y pusieron guardias para custodiarlo. 

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